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D O M I N I C

—¡Te dije que la trajeras!— estampó su mano cerrada en mi pómulo derecho, me tambaleé por escasos segundos gracias al golpe— ¡No que la matarás, grandísimo imbécil! —gritó eufóricamente y por inercia cerré mis ojos, odiaba que me alzaran la voz, tristemente en este trabajo tenía que guardarme mis insultos para mantener mi cuello intacto.

—Relájate, vamos a solucionarlo. —añadí con fastidio, Miguel se acercó hacia mí con rapidez.

—¿Cómo vamos a solucionar un asesinato, Dominic? ¿Eres idiota o te haces? —se llevó las manos al cabello, frustrado—Me van a matar, lo juro. Van a colgar mis bolas en un móvil para bebés en la entrada y mi cabeza la tendrá Rodríguez como balón de fútbol. — murmuró atemorizado, no lo culpaba, estamos jodidos si en realidad Abril estaba muerta.

Sabía que la había cagado, había hecho trizas el plan y con eso la serenidad que tenía Rodríguez en estos días se iba a ir al carajo. Pero no me arrepentía de nada, ver el genuino dolor en los ojos de Cameron no tiene precio.

Aun así, sabía que iba a querer hablar, saber por qué hice tal cosa y tratar de razonar conmigo. Por eso tenía que ir a Lux Custing, el que se encontraba del otro lado de la ciudad, aunque no me gustara la idea.

Siempre me pareció patética esa parte de la personalidad de Cameron; desde pequeño trató de mantener una buena relación con nuestra familia, nunca quiso tener problemas con ninguno. Incluso después de salir de la Correccional, siempre quiso mantener una buena relación conmigo, me causaba repulsión decirlo pero...

Hasta intentaba cuidarme, cuando mis padres murieron. Tenía un chip mental de que podría convertirse en un hermano mayor para mi, pero estaba muy equivocado.

Lo odio, lo odiaré y no creo cambiar de perspectiva.

— Deja de orinarte encima, idiotita. Abril está consciente, se encuentra en el Hospital Central. —llegó Nadia moviendo sus caderas con exageración.

Miguel sostuvo su pecho con la mano y dio un largo suspiro. —Nunca estuve tan feliz de escuchar el nombre de la cría en plan positivo. —confesó—¿Quiénes están con ella? Podríamos ir y terminar con est,—

—No tan rápido.—ella rodó los ojos—Mi rubio está en la puerta de su habitación todo el tiempo, no pude ni acercarme mucho. —hizo un puchero con sus labios, volteé los ojos, me tenía harto con su clara obsesión por mi primo.

—¡Ese malnacido está donde no lo llaman! —exclamó furioso, me recargue en la puerta con fastidio—Si él no estuviera en este problema, ya hubiéramos resuelto todo y estaría en una playa de Cancún olvidándome de sus putos nombres.—negó con la cabeza, guardó silencio unos minutos, luego dio un suspiro—Algo se nos ocurrirá, mientras tanto, regresa al centro.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum