Capítulo 17

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Suspiró con cansancio, su mirada se dirigió sin mucho ánimo al proceso de descomposición de las cenizas en el cenicero de cristal, como si no tuviera otras cosas a las cuales poner su atención.

Su mano descansó en la nuca, y se rascó con nerviosismo, mirando nuevamente a su jefe.

No quería intervenir, pero sabía lo que pasaría si no lo hacía.

—Jefe... ¿que planea hacer? —preguntó después de minutos en silencio. Se acomodó en el asiento—Todo esto es una locura, los hombres están esperando el próximo pago y he tenido que tomar de la mercancía de Córdoba para mantener control entre las filas.

—¿Y ha funcionado?

Vaciló en responder—Si, pero...

—Entonces no veo el problema.

Lorenzo sintió una tensión extraña en el ambiente, como si una nueva faceta de su jefe hubiera salido a la luz, o siempre hubiera permanecido en la sombra.

—Estamos por perder la frontera con Ecuador, me niego a ver como perdemos otro territorio a causa de este problema. —respondió con indignación.

El hombre asintió con la cabeza lentamente, pensando en todas las palabras que el moreno había votado segundos atrás por su boca, estaba consciente de ello, no era ciego. Sabía que este problema lo absorbía más de lo normal, pero no sabía cómo resolver tantas cosas al mismo tiempo.

—Lo sé. ¿Crees que no estoy al tanto de las consecuencias que este problema ha desencadenado en el cartel? —preguntó exasperado. Se levantó con brusquedad del asiento y alejó su cuerpo del escritorio —Sin embargo, es difícil para mí poner en una balanza lo que es más importante en estos momentos, Lorenzo.

—Pero, Amelia es su único familiar con vida, ¿no? —lo miró confundido—¿Por qué le costaría elegir entre su hermana y el cartel?

Suspiró—Porque ella siempre me ha arruinado todos mis planes, y cuando por fin tuve equilibrio en mi vida, lo hizo de nuevo. —por un momento detuvo su caminar, buscó entre su chaqueta y encendió un cigarrillo—Quizás llegará más rápido de lo que pensé el final de todo lo que he controlado...

Los dos hombres guardaron silencio, la mente del moreno viajaba a posibles opciones que pudieran asegurar el negocio y la vida de Amelia, mientras que el jefe no sabía qué hacer, literalmente, estaba en un colapso mental.

—¿Y si pedimos ayuda? —preguntó el chico tratando de que la pregunta no sonara más como una petición. El hombre alzó una ceja con seriedad, él tragó saliva—Con el negocio han aumentado las alianzas entre socios y criminales de alto nivel, así como de las otras filas.

Para nadie es secreto que los narcotraficantes tienen una agenda variada de contactos, desde sujetos que le brindan seguridad y artillería avanzada, como informantes y hombres que llevan una doble vida en la policía.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum