Capítulo 31 ✓

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Hacía mucho frío, aunque era soportable y prefería mil veces tener frío que calor, mi estado de salud siempre ha sido patético, hasta una pequeña pelusa lograba resfriarme. Salí de mi habitación en dirección a la gran cocina, necesitaba tomar algo caliente.

Meses atrás ni de chiste me hubiera convencido a mí misma de caminar por la mansión con total naturalidad como si toda mi vida se mantuviera en aquellas paredes. Pero a estas alturas no me quedaba otra opción que sobrevivir, adaptarme a la situación y sacarle provecho a esta.

Dos semanas habían pasado desde que regresé del hospital, notaba el ambiente más tenso que de costumbre, y me resultaba extraño. Después de salir de ahí, me di cuenta que estaba luchando contra más de un enemigo, algunos ya los conozco, otros llegarán pronto, de eso no tenía dudas.

Mientras bajaba por las escaleras, detalle como la puerta de la habitación de Cameron se encontraba un poco abierta.

Muchas veces repetí esa acción; me detenía detrás de su puerta, esperando algo que sinceramente no sabía que era, pero esperaba. Tres minutos después daba unos pasos hacia atrás y me alejaba de la puerta, tratando de ignorar su presencia.

Desde que regresamos a la mansión muy pocas veces hablábamos, él se mantenía a una distancia prudente de mi pero sin quitarme la mirada de encima, claro, era parte de su trabajo. Aunque me costaba acostumbrarme, sabía que eran mejor las cosas de esta manera entre ambos.

Tenía que concentrarme en otros problemas que no tuvieran relación con unos ojos bonitos y una personalidad tan misteriosa.

Recordé sus palabras aquella vez en su habitación. Para demostrar su hombría y sus detestables deseos de poder, más personas iban a planear matarme o hasta secuestrarme, todo con tal de ganar más reconocimiento que Rodríguez.

Todavía no entendía del todo lo relacionado al narcotráfico, era tan complicado, el ambiente siempre estaba con una tensión palpable llena de secretos y mentiras que tampoco planeo meterme de lleno en el tema.

Entendí que necesitaba dejar de subestimarme a mi misma, para que los demás me tomaran en serio.

—No me digas —llevó unos recipientes sucios al fregadero, luego se volteó y con un trapo húmedo limpió la parte del mesón al que me acerqué—, vienes por una taza de chocolate caliente. —subió y bajó las cejas con diversión.

—Tu eres el culpable. —lo señalé—cocinas todo delicioso. Deberías crear tu propio cartel de drogas pero de tus recetas personales. —añadí con picardía.

Escuché su sonora risa escabullirse por todo el lugar. Omar Castadena era un hombre que no aparentaba trabajar para un cartel de drogas, al contrario, podía confundirse fácilmente con esos atractivos galanes que trabajan en prestigiosas empresas y su vida gira alrededor de ellos mismos.

Bajo las Reglas de un Criminal © (PASADO #1) ✓ EN EDICIÓNWhere stories live. Discover now