A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]

Capítulo 3| Mi ruina, mi mayor inspiración

Fuimos avanzando en silencio. Mi corazón palpitaba con fuerza debido a la emoción que sentía de tan solo compartir el aire con él.

No volvió a dirigirme la palabra más que para despedirse, dirigiéndose a mí como «mocosa», a pesar de que los inconvenientes con que me llamara así. Como si fuese tan mayor para atreverse a considerarme una niña. Tratándose de él podía pasarlo por alto ya que, en teoría, no se trataba de un insulto.

Tal vez Levi pertenecía al estrato de la población que no envejecía aunque el tiempo transcurra con lentitud. Esas personas tenías suerte de que los años no les pasaran factura. O quizá solo era su manera de reafirmar su grandeza en algún aspecto, porque la altura no le hacía justicia si se lo comparaba con sus contemporáneos.

Eligió una dirección opuesta a la mía, omitiendo comentarme cuál era su rumbo, como si temiera que fuese a seguirlo.

Me dirigí rumbo a las mesas que se ubicaban alrededor de la cafetería, uno de los lugares en los que sabía que podía encontrar a Hange sin ningún inconveniente. Los otros dos eran el laboratorio y la biblioteca.

No tardé mucho en ubicar su tupida coleta castaña, no obstante, me detuve al reparar en que no se encontraba sola; Erwin se había hecho con el asiento de enfrente.

Ambos compartían una expresión de pesar que me infundió cierto temor, por lo que decidí mantener mi distancia. Parecían enfrascados en una plática seria de la que no querían ser interrumpidos.

Me preguntaba desde cuándo se hablaban con esa familiaridad. Estaba al tanto de que se conocían hace tiempo, el detalle era que nunca se les veía convivir en público. Era como si les diera vergüenza que los demás los relacionaran, por lo que supuse que ignoraba demasiados aspectos de la vida de Hange. Por eso iba a replantearme a su vez lo de Moblit. Más tarde podría bombardear a mi amiga con un par de preguntas incómodas.

No quise mostrarme inoportuna, desistí de aproximarme casi al momento de considerarlo.

El semblante enérgico de Hange se había borrado. Lucía más bien meditabunda. En cuanto a él, mantuvo los puños cerrados encima de la superficie durante todo el lapso que compartieron en son de confidencia.