Capítulo 45| Uno en un millón

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[FRAGMENTO DEL DIARIO DE KIOMY, SIN FECHA]

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[FRAGMENTO DEL DIARIO DE KIOMY, SIN FECHA]

Colt se convirtió en mi amigo en simultaneidad con Ryan. Ambos "firmaron" una especie de convenio con tinta invisible, en el que acordaron que su amistad duraría mientras yo no me fijara en ninguno, pero aun así no se iban a retraer de dar su mejor esfuerzo para conquistarme. Yo me enteré de esto mucho después de que uno se dignara a decírmelo, y me habría gustado saberlo antes de adentrarme en el bosque sin una linterna.

Reconozco que fue un inicio un tanto controversial, aunque funcionó para romper el hielo y embarcarme en una travesía repleta de altibajos, en la que reuní el conocimiento necesario para evitar futuros corazones rotos.

Su peculiar sentido del humor llegó a cautivarme, pues en aquella época en la que la muchos anhelan crecer y madurar, él seguía haciendo chistes infantiles y referenciando escenas icónicas de las caricaturas de nuestra infancia. Había quienes nos miraban con desdén por ello, e inclusive nos volvimos objeto de burlas y críticas, aunque no me importaba. A su lado era sumamente feliz.

Durante los primeros meses, nuestra convivencia se extendió más allá de las horas de clase. Acostumbrábamos reunirnos para realizar las tareas que no entendíamos por completo. Tales sesiones de estudio solían terminar abruptamente, dando pie a diversas bromas estúpidas y una que otra conversación seria en la que me revelaba detalles acerca de su vida privada, en la que me incluyó siempre que fue posible.

Formaba parte del equipo de fútbol de la preparatoria, a pesar de que no se le consideraba popular. Prefería juntarse con personas sencillas que no le daban importancia al codiciado estatus social, ya que siempre se mostraba amigable con todo el mundo.

Además, posee dotes artísticos que ha ido perfeccionando. Y es que gran parte de su tiempo libre lo emplea en realizar dibujos de diversos tipos: paisajes, personajes animados, escenas surrealistas que emergen de los rincones inexplorados de su mente. Es una habilidad que compartimos, y me enorgullece decir que su talento me supera con ventaja.

Hubo una ocasión en la que nos molestamos por una tontería, así que dijo que me iba a compensar dándome un regalo cuando nos viéramos. Y cumplió. Era una imagen de mi rostro en primer plano, realizada con lápices de carboncillo, tan detallada que parecía una fotografía en tonos monocromáticos. Todavía lo conservo, es la prueba viviente de que existe alguien que me admira como nadie nunca lo hizo.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora