Capítulo 36| Voto de confianza (Parte I)

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El hotel era impresionante

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El hotel era impresionante. Evidenciaba el buen gusto de aquellos que destinaron los medios para erigirlo. Las blancas paredes reflejaban la luz, por lo que fue complicado avanzar hasta la entrada sin encandilarse. En las ventanas había un borde redondeado que tenía algunas salientes que combinaban con el resto del edificio.

Para llegar a la puerta se requería atravesar un camino circundado de palmeras, cuyas hojas bailaban al son del viento. Quise llenar mis pulmones de ese aire limpio que era imposible de encontrar en los asentamientos urbanos, de modo que inhalé profundo hasta que mis fosas nasales se destaparon.

Cada uno se reunió con sus amigos apenas bajamos del transporte. Se tomaban fotografías mientras los demás llenaban el registro correspondiente.

En cuanto a mí, opté por separarme del grupo. Empero, en el fondo reconocía que estaba actuando como una tonta, y que no tenía derecho a arruinar el espíritu festivo de quienes se habían afanado en incluirme.

Una vez que el papeleo estuvo en orden y nos entregaron las llaves de nuestras respectivas habitaciones, la entrenadora nos dio un espacio para instalarnos.

La recepción estaba despejada, el flujo de turistas en esta época del año no era demandante. Aquellas eran buenas noticias: señal de que tendríamos la alberca disponible durante la mayor parte del tiempo de ocio.

Pero la fachada de apropiación terminó esfumándose cuando divisé a varios estudiantes bajando por las escaleras. Se abrían paso en medio de risas presuntuosas, junto con miradas desafiantes cuyo propósito era intimidar a quienes tuvieran el infortunio de atravesarse en su camino.

Por otro lado, se encontraban los que siempre se mantenían a la espera de la aprobación de sus superiores, esos que carecen de iniciativa. Aunque nadie se atrevía a admitirlo, sabía que todos concordaban en que estábamos en medio de una especie de campo de batalla, y algunos ya estaban analizando a sus oponentes con el fin de formular estrategias.

Un grupo compuesto por féminas se detuvo no muy lejos de nosotros. Una de ellas intercambió miradas insinuantes con algunos de mis compañeros, entre los que se contaba «El indeseable». Experimenté una insana curiosidad por ver cómo reaccionaba, y sonreí en mis adentros cuando noté que se mantuvo al margen.

Sin embargo, una molesta Nanaba contemplaba la escena con una expresión iracunda, aunque permaneció inmóvil. No podía culparla, a mí tampoco me complacería presenciar un coqueteo tan descarado hacia la persona que me gusta, a quien le concedí puntos gracias a su apatía. Esa era la mayor desventaja de no afianzar los sentimientos, es como si aguardara a que una situación apremiante me obligase a abandonar la zona de confort con un retraso significativo.

Lugo de identificar el restaurante y el acceso hacia las albercas, fuimos a buscar la habitación, que se encontraba en el quinto piso.

Parecía un apartamento. Los colores en las paredes habían sido elegidos con el propósito de absorber la mayor cantidad de luz natural, y el sutil toque de elegancia le daba origen a un ambiente acogedor.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora