Capítulo 37| Voto de confianza (Parte II)

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Fui abriendo la boca gradualmente, pero mi habla se vio impedida tras la conmoción inicial

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Fui abriendo la boca gradualmente, pero mi habla se vio impedida tras la conmoción inicial. Antes de cometer una imprudencia, tenía que convencerme de que la figura que se encontraba delante de mí no era un espejismo ocasionado por la insolación.

Se retiró las gafas oscuras. Acto seguido, procedió a doblarlas, dejando que colgaran de su camisa, cuyo estampado era un tiburón con las fauces abiertas. Me levanté con cautela, procurando dar la impresión de que esto era parte de un juego entre dos amigos que llevaban tiempo de conocerse.

Me abrí camino entre la hilera de sillas, rodeándolas en la medida de lo posible. Ya que la arena se había enfriado, el suelo estaba firme, lo que permitía que me desplazara sin mayor inconveniente.

—¿A dónde te diriges con tanta premura? —preguntó en tono amenazante, inspirador de temor. Recargó uno de sus brazos en una de las sillas, acorralándome—. Esta conversación aún no ha terminado.

«No puedes terminar algo que ni siquiera comenzaste», pensé.

—¿Q-qué dices? —respondí con voz tenue, haciendo un enorme esfuerzo para mantener el contacto visual.

Al toparme con sus ojos, mis recuerdos se transformaron en corrientes embravecidas que devoraban todo a su paso. Un camino invisible conectó nuestras miradas, proyectando la oscuridad, la angustia, la incertidumbre de haber tenido mi existencia pendiendo de un hilo que pudo romperse a la menor de las provocaciones...

Todas esas sensaciones volvieron, incentivadas por el aroma penetrante que emanaba de él, similar al de la dulzura combinada con altivez. Irradiaba egoísmo, desdén e impaciencia. Los adjetivos que empleaba para describir a Levi, y aunque deseaba que se tratara de él, no era así.

—¿Qué ocurrió con la valentía de la que te ufanabas? Como ya eres libre, crees que estás a salvo —dijo en tono sarcástico.

Yo me hacía la misma pregunta. Su atrevimiento al invadir mi espacio personal me estaba metiendo en apuros, que se manifestaron como gotas de sudor cayendo por mi frente, en una cantidad mayor a la que se esperaría dadas las condiciones climáticas.

—Es que yo creí que... —Me aclaré la garganta—. Creí que nunca volvería a verte, Sin Nombre.

—Deja de llamarme así, es irritante. —Realizó un ademán conciliatorio.

—¡Cuánta amabilidad!

—Tú tampoco fuiste muy amigable que digamos.

¿Y qué esperaba? ¿Un efusivo abrazo? Desconfiar de sus intenciones era mi mejor defensa, y quizá la única.

—Si no me dejas ir ahora, gritaré —lo amenacé tras mirar de reojo. Valerme de la presión de grupo difería de mi proceder habitual, solo que la falta de ideas me estaba asfixiando—. Algo me dice que alcanzas a percibir que no te irá bien cuando anuncie que estuviste involucrado en mi secuestro.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Where stories live. Discover now