Capítulo 35| Deseos, conflictos y motivaciones

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A diferencia del enano gruñón y despreciable, cuyo nombre ni siquiera era digno de ser mencionado, yo sí lidiaba con los efectos de la culpa

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A diferencia del enano gruñón y despreciable, cuyo nombre ni siquiera era digno de ser mencionado, yo sí lidiaba con los efectos de la culpa. Resultó difícil ignorarlos cuando generaron un ruido semejante al de las campanadas de una iglesia, pero en el interior de las paredes craneales.

Debido a la zozobra que me embargaba, al día siguiente me resolví a hablar con Hange para disculparme por mi falta de cooperación ante sus intentos de evitar confrontaciones. A cambio, me hizo prometerle que esta sería la última ocasión en que reaccionaba de forma tan errática, en especial con él, debido a que según ella se me estaba haciendo costumbre, y una bastante dañina.

Si supiera que Levi era el único que podía sacarme de quicio y, al mismo tiempo, llevarme a disfrutarlo con la misma magnitud con que lo detestaba con todas mis fuerzas...

No. Debía romper con el ciclo. Esa disyuntiva me estaba matando, cederle el control de mis emociones sería inconcebible. Expiar mi alma ya no era una opción, sino una necesidad imperante.

Por lo menos me alegró que ella hubiera sido equitativa al repartir las amonestaciones y que no considerara si quiera extenderme una invitación a enderezar los asuntos con él. No cabía duda que el espíritu de mi madre se le había impregnado, qué fastidio.

A su vez, tenía mis reservas en cuanto a dar la cara en el último entrenamiento antes del maratón. Dudaba que Petra y Hange fueran las únicas que se habían enterado de mi "accidente", y quizá el sentido común implicase levantar unas bien infundadas sospechas. En fin, quizá por primera vez los rumores cumplirían un propósito diferente, convirtiéndose así en mi escudo protector.

Y es que cuando se hablaba de un hecho sin conocer todos los detalles, era sencillo que la verdad se distorsionase a medida que pasaba de boca en boca, lo cual podría resultar conveniente para mí.

Puesto que nadie se tomaría la molestia de averiguar si los rumores eran ciertos, serían libres de creer lo que les plazca. A lo mejor la pelos de zanahoria quedaba como mentirosa delante de todos porque yo seguía viva, y me encontraba en excelentes condiciones gracias a ella.

Estaba de pie detrás de la puerta, observando a través de la pequeña ventana al resto de mis compañeras, que se mantenían a la expectativa de la llegada de la entrenadora. El espíritu de competitividad se había vuelto contagioso, se había esparcido en cada rincón de la escuela, se percibía en el semblante que irradiaba determinación y en los ojos que brillaban con esperanza.

Inmersa en un ejercicio mental en el que mascullaba para mis adentros que yo no tenía ningún motivo por el cual esconderme, que era capaz de enfrentarme a ella y salir victoriosa, dejé la mente en blanco y me limité a obedecer impertérrita la orden de avanzar.

Petra arrugó el entrecejo cuando aparecí ante su presencia, con toda la naturalidad que pude reunir. Me escaneó con la mirada hasta que coloqué mi maleta dentro de su sitio. Esta era tan penetrante que incluso la sentía detrás de mi nuca, como si fuera un haz de rayo láser.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora