Capítulo 23| Si te pusieras en mi lugar

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KIOMY

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KIOMY

En realidad, no me importaba en lo absoluto leían mi confesión frente a toda la escuela. El simple hecho de escribirla fue como un ejercicio de liberación, el mismo propósito que cumplía cada una de las hojas de mi diario. La diferencia radicaba en que había menos probabilidades de que alguien llegase a conocer lo que había escrito ahí.

Una vez que estuve conforme con el resultado, me dirigí hacia la cafetería. Al parecer, no fui la única a la que le dio hambre a esta hora.

Resultó difícil abrirme paso hasta el mostrador, por lo que quedé apretujada en medio de una horda de estudiantes que se amontonaban unos contra otros. Alguien se estampó sobre mi hombro, provocando que la botella se me resbalara de las manos, y ni siquiera tuvo la cortesía de disculparse. Por lo menos aún no estaba abierta.

—Hange, ¿no viste la funda de mis lentes?

Los había guardado para limpiarlos más tarde, solo que cuando quise hacerlo me topé con la desagradable sorpresa de que no estaban donde yo suponía.

—Lo siento, querida, no la he visto. ¿Ya buscaste en tu mochila?

—Sí, varias veces. Saqué todo, pero no hay ni rastro —le informé mientras caminaba de un lado a otro, en círculos.

Pasamos varios minutos buscándola en todos los rincones de la habitación. Debajo de la mesa, en medio del sillón, encima de las camas, en algún sitio recóndito de la alacena, en el baño... Y nada.

Me invadió un mal presentimiento, mas no quería apresurarme a concluir que me los habían robado. No creí que le fueran de provecho a nadie que no tuviese mi graduación.

—Kim, tengo que irme —se disculpó Hange, con una expresión de genuina inquietud. Me pasó una mano por el hombro y me dedicó una sonrisa tierna—. Aún tengo detalles que coordinar con los de mi salón. Avísame si la encuentras, ¿de acuerdo?

Asentí. La noté dubitativa en cuanto a irse. No quería volverme la causa de su retardo, ya había hecho bastante por mí.

Fui a tomar una ducha rápida, esperando que mi mente se despejara. Era menester tranquilizarme, ya tenía suficiente con la presión del número, y la repentina falta de mis "ojos" no hacía sino aumentarla.

Volví a mi habitación para comenzar a maquillarme. Esta era una ocasión distintiva, así que podía permitirme salir de mi zona de confort en cuanto al arreglo personal. Opté por usar una sombra de brillos dorada y me puse pestañas postizas, que quedaron adheridas al primer intento.

Después comencé a crear ondas con ayuda de la plancha. Acomodé mi cabello formando una especie de trenza mediante ir tomando dos porciones de las orillas, enrollándolas y sujetándolas con pasadores. Me aseguré de que los mechones de la parte frontal no estorbaran mi visión, que ya de por sí era limitada.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Where stories live. Discover now