Capítulo 28| Métodos dignos de ser cuestionados

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Todos los sistemas tienen una falla, es completamente normal

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Todos los sistemas tienen una falla, es completamente normal. Están diseñados por creaturas inteligentes, pero a la vez, imperfectas. Siempre existirán detalles que se le podrían escapar incluso al más calificado, debido a lo imposible que resulta controlar todas las variables gracias a la ley del suceso imprevisto, en la cual estábamos condenados a vivir en conjunto.

Así era como solían justificarse. Cuando aún formaba parte de la División, llegó a enterarse de infinidad de historias sobre gente que desaparecía sin dejar un solo rastro.

Cada vez que los Altos Mandos se enteraban de algún faltante, enviaban a un grupo que se encargaba de eliminar cualquier registro que hubiera sobre el perpetrador del robo. A menudo, los culpables perecían en «desafortunados accidentes», de acuerdo con los encabezados de los periódicos, o se les veía por última vez entrando en las oficinas de administración de la base, no volviendo a poner un pie fuera de ella.

La misión era tan simple que hasta se volvió como un juego para ellos: eliminar el historial de nacimiento, el académico, el crediticio, el de empleo, el de salud... En fin. Cualquier documento que diera fe de su existencia en el mundo, y emprender la cacería.

Montañas de papel se vieron reducidas a cenizas en incontables ocasiones, los programas de ordenador quedaron inservibles, dejando una enorme porción de bases de datos en el olvido. Fue como si hubieran esparcido los fragmentos a lo largo del espacio virtual.

A nadie le preocupaba. Nadie hacía nada al respecto.

No conformes con aquella persecución inaudita, a veces arrastraban a los allegados. Familias completas fueron erradicadas en cuestión de un par de días. Nadie reclamaba los cadáveres, quizá por temor, quizá porque no les quedaba otra opción que resignarse a perderlos. La justicia era un bien reservado para aquellos que podían pagar por ella.

La mayoría robaba suministros para ayudar a algún familiar desahuciado, sin saber que aquello les acarrearía graves consecuencias tanto a sí mismos como a aquellos a los que pretendían salvar.

El hecho de que se enfrentaran a esta problemática era un claro indicio de que se trataba de una organización bien establecida, que contaba con los recursos y la logística suficiente para urdir un plan rebuscado y hacerse con un cargamento de cientos —o inclusive, miles— de dosis para luego venderlas.

—La vigilancia es una broma de mal gusto últimamente —rechistó Levi—. A esos inútiles solo les preocupa mantener su reputación como «cerebritos» intacta.

Se refería a los miembros encargados del estudio del cuerpo humano, débiles intentos de científicos que se jactaban de su avanzado conocimiento en medicina y tecnología, pero que no habían sido capaces de idear un método de protección adecuado para resguardar su secreto.

—En ese caso, supongo que ya te diste cuenta de lo peligrosas que son estas personas —Erwin reiteró lo evidente, buscando asegurarse de que Levi también lo comprendiera.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora