Capítulo 24| ¿Debería dejarlo pasar?

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Y ahí estaba yo, absorta en una maraña de pensamientos negativos que no hacían sino desalentarme

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Y ahí estaba yo, absorta en una maraña de pensamientos negativos que no hacían sino desalentarme. Consideré la posibilidad de despedirme de Hange bajo la excusa de que la comida me había caído pesada, sin embargo, el destino tenía otros planes para mí.

No me molesté en ladear el cuello cuando sentí las vibraciones en la superficie metálica, indicando que alguien se había sentado con la intención de hacerme compañía.

—Excelente trabajo. Pude darme cuenta de su nivel de compromiso.

—Te lo agradezco, Erwin —dije con voz tenue, sin mirarlo a los ojos.

—¿No estaba Levi contigo? —preguntó con discreción. El contexto le era ignoto, así que no creí que lo comentara en afán de importunarme.

La simple mención de su nombre ocasionó que mi espíritu se afligiera. Resultaba halagador que uno de sus allegados tuviese la certeza de que podía encontrarlo junto a mí, empero, no debería acostumbrarse. Lo único que me ataba a este sitio era la esperanza de que él volviera. Qué tonta fui.

—Tú mismo lo dijiste, estaba —respondí.

—Seguro tenía algo importante qué hacer. —Trató de disculpar al maleducado de su amigo. Le concedí puntos por eso.

—Sí... Solo espero que no haya ido detrás de ella, qué casualidad que desapareció en cuanto la bajaron del escenario...

Hablé despacio, como si tuviera un nudo en la garganta. La furia se asomaba en cada una de mis palabras.

Tal vez él notó el verdadero sentido de la frase y por eso permaneció a la expectativa de mi desahogo. Me cohibí al reparar en que lo estaba tomando como paño de lágrimas sin habérselo pedido.

—Lo lamento. No tienes por qué escuchar mis quejas.

—Tranquila, no se lo diré a nadie.

—¿Decir qué?

—No le diré a nadie que estás celosa de Petra —recalcó con una seguridad intimidante, elevando las comisuras de los labios.

—¿Q-qué? —Casi me ahogué con mi propia saliva—. Por favor, Erwin. Eso no es verdad. —Negué con la cabeza y me froté las sienes en búsqueda de sosiego.

—¿Entonces por qué desvías la mirada?

Gracias a que Hange se la pasaba hablando de él hasta por los codos, tenía por bien entendido que la perspicacia era uno de los atributos que mejor lo definían. Me había acorralado, ya no podía dar marcha atrás.

—Bueno, es que... yo... No es lo que piensas... —Agaché la cabeza—. ¿Tú también vienes a molestar con lo mismo?

Escondí el reclamos tras un exceso de amabilidad, que le daba el estatus de fingida.

—Veo que no soy el primero que se da cuenta de que te sientes atraída por mi amigo —confirmó sus sospechas, haciendo que me invadiera la preocupación de haber sido tan obvia, cuando según yo me estaba cuidando.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora