Capítulo 33| Por eso no podemos estar bien

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Yo era la prueba viviente de que cuando uno se negaba a perdonar a un infractor, se quedaba estancado en un bucle de tiempo que, a la larga, se volvía un ciclo interminable, repleto de odio autoinducido

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Yo era la prueba viviente de que cuando uno se negaba a perdonar a un infractor, se quedaba estancado en un bucle de tiempo que, a la larga, se volvía un ciclo interminable, repleto de odio autoinducido.

Te odias por ser incapaz de hacer lo que es necesario. Te odias por haber cifrado tu confianza, sin reservas, en alguien que literalmente se encargó de pisotearla. Crees que detestas a la otra persona por haber actuado con ventaja, porque se aprovechó de ti en un momento de lasitud, porque no merecías que te trataran así... Y en todos los casos, era la conclusión más certera.

Debido a lo anterior, era totalmente comprensible que me mostrara reacia a compartir el espacio con ella, en especial por la forma en que se desenvolvieron los hechos que nos habían unido de manera irremediable.

—Hicieron un gran trabajo en el festival. Apenas editen el video, se los estaré enviando a todos —dijo una voz alegre que conocía a la perfección, muy a mi pesar.

El que utilizara el plural como alegoría para no referirse a mí hizo que me replanteara sus verdaderas intenciones.

Resulta que me encontraba en medio de una conversación con aquella chica que se había encargado de dificultarme la existencia a un grado razonable desde que Levi apareció.

Debí sacarle la vuelta cuando me la encontré bajando las escaleras mientras yo me dirigía hacia arriba, prestándole atención a esa incómoda corazonada que me invadió apenas noté que tenía intenciones de ir más allá de un simple saludo.

—Gracias, el entrenamiento fue excelente —le corté de tajo. A pesar de que ella fue la encargada de organizar los ensayos, para mí era Frieda la que debería llevarse todo el mérito.

No contaba con el ánimo para escuchar sus adulaciones que, a mi parecer, habían llegado con un ligero retraso de varias semanas.

—Y hablando de entrenamiento, ¿qué opinas del equipo? —Su curiosidad era propia de una niña que comenzaba a preguntarse el porqué de cada evento que la rodea. Demeritó mis intentos por apartarme de su vista.

Proyectaba una imagen colmada de inmensa alegría que no terminó de agradarme. No alcanzaba a comprender qué le hizo pensar que estaba a su entera disposición.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora