Capítulo 44| Héroe

163 19 98
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿Me había encerrado en afán de protegerme o solo lo hizo para evitar el cargo de consciencia ante el repentino abandono? ¿En realidad pretendería salvarlo o es que vio en él una oportunidad de salir huyendo, como si no le interesara lo que me suce...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿Me había encerrado en afán de protegerme o solo lo hizo para evitar el cargo de consciencia ante el repentino abandono? ¿En realidad pretendería salvarlo o es que vio en él una oportunidad de salir huyendo, como si no le interesara lo que me sucediera? ¿Por cuánto tiempo debería mantenerme recluida, y de ser el caso, a la espera de qué?

Sentí un hueco cuando oí que golpearon a la puerta varias veces, lo que me sacó del trance ocasionado por mis propios cuestionamientos sin solución aparente.

El susto me orilló a buscar escondite detrás de uno de los sillones. No contaba con muchos sitios para ocultarme dada la falta de mobiliario en aquel terreno inhóspito. Al final, convine acomodarme a ras del suelo, ignorando los raspones en los codos, alterada por lo inestable que se había vuelto mi destino.

—¡Sé que estás aquí! ¡Sal ahora si no quieres que le pase nada al imbécil de tu amigo!

Nunca había escuchado aquella voz atemorizante, que escupía órdenes como si tuviera algún derecho sobre mi persona. Tal vez me había confundido con su verdadero blanco, o para mi desgracia, estábamos compartiendo el espacio.

Cubrí mi boca con ambas manos para reprimir un quejido angustioso, de esos que se forman en el pecho y van bajando de poco a poco hasta instalarse en la boca del estómago, entumeciendo los músculos y generando altos niveles de adrenalina que no será canalizada a la brevedad.

—Ya te había dicho que aquí no hay nad...

Mi sobresalto inicial aumentó, porque a este último sí lo reconocí. Dicha advertencia fue seguida por un grito ahogado y una amenaza que no dejó lugar a dudas:

—No mientas. Si ella no sale, la próxima vez no me andaré con contemplaciones.

Fue entonces que caí en cuenta de que debí enfrentarlo con carácter y apelar a su sentido de la supervivencia antes que permitirle salir por aquella puerta. Justo ahí radicaba el inconveniente de la fe: yo esperaba ciertas implicaciones, y las que resultaron fueron las antagonistas.

Sí, había sido un completo idiota. Pero yo lo fui todavía más por no haberme anticipado.

La variabilidad de las pisadas me indicó que el atacante había llevado refuerzos, que si no accedía a sus peticiones, darían rienda suelta al impulso agresivo que ya de por sí los dominaba.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 1]Where stories live. Discover now