IX. Ane-san.

1.6K 234 98
                                    

Dazai está fuera de sí.

"Entonces—" Oda hace una pausa, mirando nuevamente a su amigo, quien está desparramado sobre la mesa miserablemente después de haberle contado la historia completa. "No quiero hacerte sentir mal, pero, ¿tienes un plan?"

"¿Huh?" Dazai mira a Oda desde donde el sillón en el que está sentado, con la cabeza sobre sus manos.

"Bueno, nos vamos a graduar en cuatro meses, Dazai. ¿Qué pensabas hacer?"

"Yo—"

"¿Ibas a hacer que rompieran, salir con Chuuya un par de meses, y luego irte?"

"¿En verdad esa es tu preocupación justo ahora?"

"No, estoy mensajeando con Kouyou justo ahora." Dice Oda frunciendo el ceño. "Pero tu falta de visión aquí me está fastidiando."

"Podríamos haber tenido una relación a distancia, pero eso no es—" Dazai golpea la mesa con exasperación. "En realidad no tenía un plan, ¡¿bien?! ¿estás feliz? Pero eso no es tan importante ni de cerca como lo es la situación en su casa—"

"Estoy de acuerdo." Responde Oda sosteniendo su teléfono. "Su hermana está tomando el tren desde Tokio esta noche, ¿bien?"

Dazai colapsa del alivio prácticamente.

Kouyou siempre, siempre, ha odiado a su padrastro. Bueno, eso es una mentira, porque cuando era niña, de hecho, era bastante encantador, y hacía a su madre feliz, pero desde hace cuatro años que no lo soportaba. Y en realidad, sus... sospechas sobre Chuuya empezaron más o menos por ese tiempo.

Su respuesta había sido bastante razonable, es decir, alentar a Chuuya, de forma sana, a vestir lo que él quisiera, escuchar la música que le gustara, dejar crecer su cabello si eso era lo que quería. Por otro lado, su padrastro se transformó en alguien a quien no reconocía, y como consecuencia, convirtió a su hermano —su hermoso, seguro de sí mismo y colorido hermanito pequeño— en alguien que no era.

Kouyou jamás lo perdonó por eso.

"Cariño—" su madre jadeó con sorpresa en cuanto entró. "No sabía que vendrías a casa."

La pelirroja pasó a su lado sin dirigirle una palabra. Taihra Nakahara trató de hablar con ella mientras caminaba, y como respuesta, únicamente obtuvo un manotazo para alejarla del camino mientras se dirigía —casi marchaba, en realidad— a la habitación de Chuuya.

"¡¿Ane-san?!"

"Chuuya— ¡Por Dios, ¿qué le ocurrió a tu rostro?!"

"Oh," fue lo único que alcanzó a decir mientras se cubría una zona hinchada bastante roja que tenía en la mejilla.

Kouyou la revisó por sí misma, acariciando la piel del menor con la punta de sus dedos, y Chuuya se quejó un poco.

La mayor rechinó los dientes como respuesta. "Lo mataré."

"No fue papá—" Chuuya la sujetó del brazo antes de que pudiera bajar las escaleras. "Rompí con Yuan esta mañana."

"¿Ella te dio una cachetada?" Las cejas de Kouyou se levantaron y sus ojos se abrieron con sorpresa.

"Más bien, me dio una paliza." Dijo Chuuya suspirando y encogiéndose de hombros. "Me lo merecía. Salí huyendo en su cumpleaños, desaparecí dos días y luego terminé con ella."

"Aun así no tenía por qué golpearte." Farfulló, golpeando el suelo con un pie.

"Puedo soportar un golpe, Ane-san. Sobre todo si me lo merezco." Kouyou frunció el ceño, abriendo la boca para empezar a argumentar, pero Chuuya continuó. "Pero, ¿por qué estas aquí?" Kouyou se detuvo, con su mano abandonando la mejilla de Chuuya para situarse en la cama al mismo tiempo que se sentaba a su lado.

What's your name?Onde histórias criam vida. Descubra agora