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El miedo que sentí anoche, solo lo había sentido dos veces en mi vida, cuando murieron mis padres y al operar a Alexei

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El miedo que sentí anoche, solo lo había sentido dos veces en mi vida, cuando murieron mis padres y al operar a Alexei. Era consiente de que los cirujanos no podíamos tener miedo, pero al final de la noche solo éramos hombres y mujeres luchando contra la muerte.

Alexei Voronin, ¿por qué su apellido me era tan familiar?

Sin duda era ruso, su apellido me lo decía. Además de sus facciones, su mandíbula era marcada y aunque parecía alguien con un carácter del diablo, también podía ver qué era alguien que muy dentro de sí, era cariñoso y bondadoso. O eso creía.

También sabía que era alguien importante, si no, ¿por qué le darían la mejor habitación del hospital?

Después de que termine la operación me quedé junto a él. Necesitaba saber si la operación había salido bien, aunque si estaba vivo suponía que sí.

Su corazón era fuerte, a pesar de que lo habíamos detenido lucho cada segundo en la mesa de operaciones, de una manera que era un poco extraña, me hizo creer en mí misma cada vez que veía el estado del corazón en el monitor. Sano, fuerte y con posibilidades de seguir latiendo.

Un hombre con traje negro —que parecía ser más costoso que mi apartamento—, entra en la habitación, sacándome de mis pensamientos.

—¿Quién eres? ¿Y qué haces aquí? —tenía una mirada frívola, era ese tipo de hombre que con solo mirarte te hacía temblar de miedo. Pero a mí, no me causaba nada. En realidad también me resultaba familiar.

—Soy Alina Klara, residente de último año en cardiología. Fui quien operó al Sr. Voronin. —me levanto e intento igualarme a su altura, pero me sacaba casi dos cabezas.

—¿Tú? —dice con burla—. ¿Cómo una residente pudo haber tratado una situación tan delicada como la de Alexei Voronin? ¿Sabes quién es él? ¿Sabes qué te pudo haber pasado si moría en tus manos? —se acerca hasta tal punto que tengo que alzar el rostro para mirarlo a los ojos.

—Yo... —¿Por qué el tono que usaba conmigo lo había escuchado antes? Es como si estos dos hombres hubieran estado conmigo tiempo atrás, pero era imposible porque llevaba solo unos años en Rusia, ¿o no?

—Déjala, Dimitri. —una voz ronca interrumpe lo que parecía ser un comentario nada agradable por parte del hombre de traje.

Alexei.

El tal Dimitri quita su mirada de mí, para posarla en Alexei.

—¿Cómo te encuentras? —el tono que usaba ahora era cálido, si es que se podría clasificar como eso, en el fondo denotaba ¿cariño?, sí, creo que sí.

—Bien, solo me duele el pecho y la cabeza.

—¿Eso es normal señorita Klara? —un par de ojos se posan sobre mí.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora