Extra: Mi Paraíso

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Lo había encontrado, después de un año escondiéndose de mí, decidí terminar con el juego del gato y el ratón

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Lo había encontrado, después de un año escondiéndose de mí, decidí terminar con el juego del gato y el ratón.

Yo era el gato y Harry era el ratón.

No había lugar en este mundo en el que alguien pudiera esconderse de mí, si me hubiera entregado en bandeja de plata a mí, su muerte hubiera sido rápida, pero no, decidió entregar y traicionar a mi mujer, y eso se pagaba con sangre, gritos y dolor.

La cabaña había sido equipada con todo lo que necesitaría, Harry había sido apresado en los suburbios de Moscú, intento esconderse bajo mis narices creyendo que así tardaría en encontrarlo, pero la verdad solo me tomo un par de horas, supe dónde estaba el mismo día que se la llevaron.

Pero no había peor tortura que la psicológica.

Durante este tiempo me tomé la libertad de investigarlo, no tenía familia, ambos padres muertos, hijo único y sus parientes lejanos no sabían de su existencia, era un lobo solitario, uno al que nadie extrañaría.

Entro en la cabaña recibiendo la cálida bienvenida de sus gritos, me había asegurado de que recibiera las mejores atenciones, no iba a matarlo, este lugar se convertiría en su hogar por un muy largo tiempo.

Admiro la escena frente a mí, estaba sujeto a una silla con alambre de púas, su rostro y su pecho estaban llenos de cortadas y moretones, sangre salía sin control de su nariz y su boca, los chicos estaban haciendo un trabajo increíble, pero tenía que detenerlos antes de que lo mataran.

—Caballeros. —digo haciendo notar mi presencia—. Es suficiente por ahora, pueden irse. —aunque mi tono era ligero, ellos sabían que era una orden y si no obedecían le harían compañía a nuestro querido Harry.

Salen de la cabaña sin mediar palabra dejándonos solos, su ojo derecho estaba hinchado, era muy posible que si no lo veía un médico lo perdería, respiraba con dificultad y a pesar de todo eso, se atrevió abrir la boca.

—Eres un cobarde de mierda, tienes que pedirles a tus matones que me torturen porque tú no puedes hacerlo. —sonrío, pero era una de esas sonrisas que salían cuando estaba a punto de cometer un acto que me consideraría apto para estar encerrado en un manicomio de alta seguridad.

—No te equivoques, la única razón por la que tu cabeza sigue pegada a tu cuerpo es porque no te he puesto un dedo encima, dime, Harry, ¿valió la pena? —camino a su alrededor intentando controlar mis impulsos, quería matarlo, pero quería que sufriera lo mismo que ella, quería que llorara sangre. Sus hombros se hunden dándome la respuesta.

—No, no lo valió.

—¿Y por qué lo hiciste?

—Yo... no lo sé.

—¿Cuánto te ofrecieron por hacerlo? ¿Qué mierda te prometieron?

—Ellos dijeron que solo querían hablar con ella, que no le harían daño, se suponía que eran familia. —había comenzado a llorar—. No iban a lastimarla.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora