Extra: Más brillante que una estrella

21.6K 1.3K 59
                                    


Unas fuertes patadas en mi vientre me despiertan, pongo mi mano en la zona intentando calmar a mis bebes, no tenía que ver el reloj para saber qué hora eran

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Unas fuertes patadas en mi vientre me despiertan, pongo mi mano en la zona intentando calmar a mis bebes, no tenía que ver el reloj para saber qué hora eran.

Me muevo un poco intentando encontrar una posición cómoda, pero una vez que estaban despiertos, no volvían a dormir y, por lo tanto, yo tampoco. Tenía cinco meses de embarazo, pero por la hinchazón de mi panza cualquiera pensaría que iba por el noveno mes, estar embarazada de gemelos no era sencillo.

Recuesto mi espalda en el cabecero de la cama, acaricio mi vientre continuando la tarea de calmarlos, los últimos tres meses esto se había convertido en una rutina, los antojos, los cambios de humor, el deseo sexual, vivía en una constante montaña rusa.

Miro a mi esposo dormir mientras acaricio mi vientre, ninguno de los dos había dormido bien durante estos meses, yo por sus patadas para despertarme, eran su manera de decirme que tenían hambre y el por estar cuidándome, leía libros sobre paternidad, me cumplía todos mis caprichos y siempre iba a esta hora a buscarme cualquier cosa que se me antojara.

Pero ahora mismo no quería despertarlo, estaba más agotado de lo normal, le preocupaba que alguien intentara algo contra nuestros bebes, así que hacía hasta lo imposible por mantenernos a salvo. Su rostro estaba girado hacía mi, así que podía ver con claridad sus rasgos, los rizos le cubrían la frente y la mejilla, sus labios se encontraban entreabiertos mientras respiraba pausadamente, bajo la mirada descendiendo por su espalda desnuda, los tatuajes relucían con la poca luz que entraba a la habitación y las sabanas cubrían lo demás.

Tristemente.

Nos habíamos vuelto a mudar a la casa en una de las Siete Colinas, había dejado de ir al hospital por ahora, no podía con el cansancio en ocasiones. Intento ponerme de pie para buscar algo de comer cuando una mano se cierra alrededor de la mía.

Lo que decía, hacia todo, por mantenernos a salvo y una de esas tantas cosas, era dejar de dormir.

—Cariño, ¿A dónde vas? —tenía la voz ronca por el sueño, en otra ocasión me hubiera parecido lindo escucharlo así, pero no ahora que mis hormonas se habían convertido en combustible altamente volátil.

—A la cocina, tenemos hambre. —acaricio su mano en un intento porque vuelva a dormir, pero sabía que ese intento era en vano.

Vuelvo acomodarme contra el cabecero y él se sienta estilo indio dejando el resto de su cuerpo a la vista, es decir todo.

Ahora no sabía de qué tenía hambre, si de él o de comida.

—Princesa, ojos arriba. —me sonrojo al saber que me había atrapado mirando sin ningún descaro su miembro—. ¿Qué quieres comer?

Hablábamos de comida, ¿no?

—Eh, no sé, ¿chocolate? —sinceramente la comida había quedado en segundo plano.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Where stories live. Discover now