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Nos habíamos ido de la ceremonia, solo faltaban unos minutos para llegar a la mansión y podría encerrarme con Alina durante toda la noche en la habitación

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Nos habíamos ido de la ceremonia, solo faltaban unos minutos para llegar a la mansión y podría encerrarme con Alina durante toda la noche en la habitación.

—¿Cuánto falta? —era la quita vez que preguntaba desde qué nos habíamos ido, estaba acostada en mis piernas y yo jugaba con las hebras de su cabello suelto.

—Menos desde la última vez que preguntaste, te lo aseguro. —éramos escoltados por seis camionetas, le había avisado a su padre que nos habíamos ido, lo cual no le había causado ninguna gracia.

—Estoy cansada de estar en este auto. —hace un puchero lo que la hace parecer aún más tierna, Dios, quien escuchara mis pensamientos sobre esta mujer, tendría una sobredosis de azúcar.

—Ya veo las luces de la casa. —se levanta como un resorte y comienza a dar saltitos—. No sabía que te entusiasmaba tanto que te comiera las tetas y de haberlo sabido antes hubiera hecho el sacrificio. —le susurro al oído, tomo su lóbulo entre mis dientes y tiro de él.

—Alexei...

—Shhh, mis hombres tienen prohibido mirar hacia aquí y no podrán escucharte por los auriculares especiales que tienen, pero aun así no tentemos la suerte. —comienzo a subir la falda de su vestido en una pregunta silenciosa, si me decía que no, me detendría de inmediato.

—Hazlo. —miro sus ojos buscando la duda en ellos, pero solo se encontraba determinación y deseo. Tomo sus labios con pasión, los muerdo y fuerzo su boca para darle paso a mi legua, su lengua inicia un baile sensual incitándome a tomar más de ella.

Cuando advierto el calor de su sexo me detengo.

—Alina... —digo en tono molesto.

—¿Qué? —dice, haciéndose la inocente.

—¿Por qué no llevas bragas? —acaricio el interior de sus muslos sintiendo como su piel se eriza bajo mi tacto.

—Es que... sí me daban ganas de ir al baño, bajarme las bragas sería muy incómodo. —niego al escucharla.

—Fuiste a tu graduación sin bragas, estuviste en una habitación con cientos de personas con el coño al aire. Algo me dice que querías un castigo, cariño, ¿O me equivoco?

Toco sus labios sintiendo la humedad en ellos y cuando acaricio su clítoris lo encuentro hinchado y húmedo. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus labios entreabiertos, era la viva imagen de la excitación.

Cuando veo que llegamos saco mi mano de entre sus piernas y bajo del auto tirando de ella. Modero mis zancadas al ver que le cuesta seguirme, subimos las escaleras y llegamos a mi habitación.

—Bueno, pequeña traviesa, recibirás el castigo que estabas buscando y después voy a darte tantos orgasmos que no recordaras tu hombre. —su mirada me decía lo que su boca no se atrevía—. Quítate el vestido.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Where stories live. Discover now