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Todos los vestidos eran hermosos, pero al final me decido por uno rojo de tirantes finos con una abertura en el muslo y de calzado opté por unos tacones blancos que se sostenían en lo alto de la pierna

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Todos los vestidos eran hermosos, pero al final me decido por uno rojo de tirantes finos con una abertura en el muslo y de calzado opté por unos tacones blancos que se sostenían en lo alto de la pierna. El cabello me lo alisé y lo deje caer sobre mis hombros, me aplique sombra en los ojos y labial. Me sentía como una diosa, el vestido acentuaba mi figura y el escote realzaba mis pechos, no era por exagerar, pero a Alexei se le haría agua la boca.

Escucho unos suaves golpes en la puerta, así que la abro dejando a Harry frente a mí.

—Señorita...—se detiene cuando me recorre con la mirada—. Está hermosa, Alina.

—Gracias, ¿Pasa algo? —pregunto.

—No, discúlpeme. El señor Voronin dejo esto para usted. —me tiende un tulipán azul junto a una nota.

¿Cómo lo había conseguido? ¿Y como sabía que eran mis favoritas?

—Muchas gracias, Harry.

—Un placer, señorita.

Cierra la puerta dejándome sola con mis pensamientos y una sonrisa idiota en el rostro. Alexei estaba ganando puntos rápidamente. Huelo la flor impregnándome de su aroma, la dejo en la mesa de noche y leo la nota.

"En la oscuridad siempre podrás encontrar las estrellas,

Así que sigue a las estrellas para llegar a mí"

Tuyo, Rizos de oro.

"Tuyo" mi corazón se acelera al leer esa pequeña palabra, pero con un gran significado, él no era mío, nunca lo sería porque yo no era su Anastasia.

Salgo de la habitación ignorando ese pensamiento y la punzada en mi pecho, solo era una cena entre amigos, tenía que recordarme que por más que hubiera deseo entre nosotros ese sentimiento no llegaría a más.

A mí no me gustaba Alexei y yo nunca le gustaría a él.

Las luces en forma de estrellas iluminaban el camino y le daban un toque mágico al lugar. Seguí las luces que me llevaron a otro piso, este estaba oscuro a excepción de las luces de estrellas que estaban por todas partes, guiándome a otra escalera, que me llevó a un gran mirador hecho de cristal, desde el cual podía ver las estrellas si elevaba la mirada, y abajo toda la extensión del bosque.

Ere hermoso.

En el centro había una mesa alumbrada únicamente por velas, había sido cuidadosamente adornada y en el centro habían puesto un jarrón lleno de tulipanes azules.

Me acerco al borde del mirador para contemplar la vida, aquí estaba cálido, pero afuera debía estar haciendo un frío infernal, siento como unas manos se cierran alrededor de mi cintura apretándome contra su musculatura.

—Este lugar es hermoso. —susurro, entierra su rostro en mi cuello erizándome la piel.

—¿Puedo pintarte? —me volteo entre sus brazos para mirarlo.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Where stories live. Discover now