39

33.2K 1.8K 140
                                    


Su rostro se encontraba sereno, había logrado conciliar el sueño después de que le cantara tres veces, el calor de su cuerpo derretía mi frío corazón, cada latido que daba ahora era por ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su rostro se encontraba sereno, había logrado conciliar el sueño después de que le cantara tres veces, el calor de su cuerpo derretía mi frío corazón, cada latido que daba ahora era por ella.

No duermo en toda la noche, quería asegurarme de que no tuviera más pesadillas, el peso de la culpa había aumentado cuando entre a la habitación y estaba gritando, se me desgarro el alma al verla así.

Haría pagar a los cuatro hombres que le habían hecho esto, sabía que nos esperaba un camino largo, pero la apoyaría y como le había dicho, era su ancla.

La mitad de su cuerpo se encontraba sobre el mío, era la única manera en la que podía dormir sin que las heridas en su espalda le dolieran, en el hospital no tuvo problemas gracias al sedante, pero aquí lo único que mantenía el dolor de su cuerpo a raya eran los medicamentos.

No me había dejado verla, me había mantenido fuera de su vista las veces que se duchó en el hospital.

Acaricio su cabello mientras pienso en todas las maneras en que los torturaría, serían tres días llenos de gritos de dolor, agonizarían y suplicarían la muerte, pero no morirían hasta que yo lo permitiera.

Los primeros rayos del sol entraban por las puertas que daban al balcón, sería un amanecer hermoso, pero aún más porque Klara se encontraba a mi lado, me había acostumbrado tanto a llamarla así, que ahora que sabía su verdadero nombre no dejaría de hacerlo.

Se remueve cerrando sus brazos con más fuerzas alrededor de mi cintura, sonrío; creía que yo era el posesivo al dormir con ella.

No quería irme, quería permanecer a su lado y mantener a todos esos demonios lejos de mi ángel, pero tenía que torturar a cuatro de ellos, eso no desaparecería su dolor, pero le darían algo de paz a su alma.

Yo haría hasta lo imposible por mantener esa calma en su ser.

Beso su sien para estrecharla entre mis brazos teniendo cuidado con sus heridas, poco a poco va saliendo del sueño, solo quería avisarle, para cuando se despertara no pensara que me había ido sin una razón.

—Принцесса. —susurro.

—¿Mmm?

—Me iré por dos horas, puede que menos, ¿Estarás bien o quieres que me quedé hasta que despiertes? —toco su mejilla hipnotizado por sus largas pestañas, no me cansaría de decir que era una diosa, mi diosa.

—¿Qué vas a hacer? —mantenía sus ojos cerrados, pero tenía su atención.

—¿Segura quieres saberlo? —sigo el camino de sus cejas con mi dedo índice para descender por su nariz.

—Creo que sí.

—Tengo que torturar a mis invitados. —se aprieta más contra mí—. Me voy a quedar. —digo tomando una decisión.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora