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Me encontraba en un pequeño bosque, a mi alrededor no había más que nieve, árboles y neblina

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Me encontraba en un pequeño bosque, a mi alrededor no había más que nieve, árboles y neblina. La fría nieve me hacía cosquillas en los pies y usaba un vestido de seda tan blanco como la luna que había esa noche. A pesar de que me encontraba sola, algo me decía que estaba segura, que alguien me protegía.

Había un pequeño sendero que me llevaba a un columpio entre dos grandes árboles, el recorrido... todo me era familiar. Miro a mi alrededor buscando algo que me indique donde estaba, pero no había más que bosque a mí alrededor.

Tomo asiento en el columpio, cierro los ojos y comienzo a mecerme, la fría brisa de invierno me acariciaba el rostro, me sentía completamente en paz, me sentía en casa.

—Alina...—susurran. Abro los ojos de golpe para mirar a mi alrededor, pero seguía completamente sola.

—¿Quién... anda ahí? —pregunto, poniéndome de pie.

—No estás viendo realmente. —susurran—. Abre los ojos.

Los abro, pero en esta ocasión el escenario era completamente diferente. Alexei estaba frente a mí, vistiendo un traje, pero cuando me miro, llevaba un vestido morado, como el de una princesa.

—Eres más que eso. Eres una reina, una líder.

—¿De qué soy líder? —mi voz se escuchaba lejana.

—Prometo encontrarte, niña de la torre, no importa si me olvidas o yo lo hago. Te encontraré sin importar que pase. —Alexei ahora se encontraba lejos de mí y no entendía lo que sucedía.

—¡Alexei! —Grite—. ¡Alexei! ¡ALEXEI! —pero ya no estaba, se había ido, me había dejado.

—¡ALEXEI!...

—¡Alina despierta!

Unas manos fuertes me sujetaban de los hombros, pero las empujo jadeando. El sudor me recorría la columna vertebral, mis pulsaciones estaban como locas, sentía que el corazón en algún momento se me saldría de la caja torácica. Era un sueño, había sido solo eso ¿Pero por qué la desesperación se había sentido tan... real?

—Alina. —Alexei, era él quien me había traído de vuelta—. Mírame, Alina.

Lentamente, giro el cuello hacia adonde esta, estaba sentado en una silla de ruedas.

—¿Por qué usas una silla de ruedas?

—Eso no importa ahora, ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —la preocupación estaba impresa en su rostro, aún sentía la angustia de haberlo perdido en ese sueño. Pero era solo un sueño y no podía perder algo que no existía entre nosotros. Éramos paciente y doctor.

—No. Quiero decir, sí, estoy bien. —al ver su expresión era consciente de que no me creía en absoluto, pero no quería hablar de eso—. ¿Dónde está tu padre? ¿Y mi padre...? —dejo la pregunta incompleta al ser incapaz de completarla.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Onde histórias criam vida. Descubra agora