En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]

35

Me deshago de su agarre ignorando el dolor en mi mejilla, no seguiría permitiendo que me maltratara. Lo miro y lo enfrento.

—Detente. No seguiré con esto, estoy harta, no solo me maltratas, sino que también me estuviste engañando con mi mejor amiga, sabía que lo hacías, pero nunca imagine que con ella. —intenta tomarme del brazo, pero me alejo—. ¡No! ¡Ya te dije que no! Ahora me iré por esa puerta y no me seguirás, no intentarás buscarme porque iré a la policía y te pondré tras las rejas.

Lo dejo con la palabra en la boca y termino de bajar las escaleras, imploro para mis adentros que no me siga, si lo hacía podría llevarme fácilmente a rastras al apartamento, necesite de toda mi valentía para hacerle cara a la situación, pero el miedo estaba ganando terreno.

Me cuelgo la mochila cuando llego al estacionamiento, estaba cerca, al ver mi motocicleta no puedo evitar correr hacia ella, me subo a ella y la enciendo, al ver hacia atrás Matt venía por mí.

Mierda.

Acelero a fondo soltándome de sus garras, debí hacerles caso a mis padres, tal vez si lo hubiera hecho no me sentiría tan desdichada.

—¡Alicia! —es lo último que escucho al salir del aparcamiento.

Una sonrisa se forma en mis labios al sentir la brisa en mi rostro, me iría del país y viajaría por el mundo, haría lo que quisiera con mi vida, pero nunca más sería sometida por un hombre.

Me detengo en un semáforo, sonrío al ver detrás de mí, nadie venía por mí y nadie nunca más lo haría.

Acelero cuando la luz pasa a verde, escucho una bocina a mi derecha, pero ya era demasiado tarde para esquivar el golpe, una camioneta negra impacta conmigo mandándome por los aires.

Todo a mí alrededor daba vueltas, gritos, sirenas, bocinas. No podía moverme, no podía gritar, solo podía ver el cielo azul brillante mientras todo se teñía de rojo.

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El impacto me impulsa hacia adelante, mi frente golpea el volante y por unos segundos solo puedo escuchar el pitido en mis oídos.

No la había visto, iba tan concentrado en la llamada que para cuando alce la vista era demasiado tarde, intente girar, pero era inevitable.

Bajo de la camioneta tambaleándome, me salía sangre de un brazo y sentía la cabeza pegajosa, pero eso no me distrae lo suficiente como para no ir hacia la mujer en el suelo. Su motocicleta estaba acabada, detrás de su cabeza había un charco de sangre y su pecho parecía casi estático.

—Oye. Oye, mírame mantente despierta, ya viene una ambulancia. —me inclino hacia ella a pesar del dolor, su mirada estaba perdida en el cielo y apenas respiraba.

Había salido a toda velocidad del hospital realizando llamadas para encontrar un corazón para Alina, pero en vez de eso la sangre de una mujer inocente manchaba mis manos.