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La semana después de mi coronación había sido bastante ajetreada, conocer a todas las personas de las cuales ahora era responsable había sido más agotador de lo que imagine, pero fuera de eso lo había disfrutado

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La semana después de mi coronación había sido bastante ajetreada, conocer a todas las personas de las cuales ahora era responsable había sido más agotador de lo que imagine, pero fuera de eso lo había disfrutado.

Alexei estuvo conmigo en cada uno de esos momentos y le estaba más que agradecida por eso, la mayoría se había comportado de manera educada, pero siempre podía ver la desconfianza con la que me miraban y de cierta manera los comprendía, no conocía lo suficiente de este mundo como para ser su líder, pero estaba más que dispuesta a dar lo mejor de mí.

También había iniciado a trabajar en el hospital, la rutina, estar en movimiento y ayudar a otras personas me sentó de maravilla, en muy pocas ocasiones pensé en esos tortuosos tres días y cuando no estaba en el hospital Alexei me mantenía distraída. Ya fuera son sus dedos, su lengua o su...

—¿Ana? —Joshua me toca ligeramente en el hombro sacándome de mis pensamientos—. ¿Estás bien?

—Sí, sí, dime que sucede. —dejo la taza de café humeante en la encimera, hacia un par de horas había amanecido, mi turno comenzó ayer en la mañana y estaba a punto de terminar.

—Uno de tus pacientes quiera verte.

—¿Cuál? —pago mi café y sigo a Joshua.

—Es mejor que tú lo veas.

—Vale. ¿En qué habitación está?

—En la suite presidencial. —frunzo el ceño intentando recordar a todos mis pacientes.

—Gracias por avisarme.

Tomo el camino al ascensor mientras me bebo el café, estaba agotada, esta semana tuve operación tras operación, Joshua seguía siendo mi mentor y como el mejor cirujano cardiovascular que era tenía muchos pacientes, aunque ya tenía los míos propios.

El ascensor tarda unos minutos en llegar, este piso no era tan concurrido, pero aun así había unas cuantas enfermeras y doctores por el lugar, la suite presidencial era la última y, por lo tanto, la más grande, era la que había ocupado Alexei cuando estuvo aquí.

Una sonrisa se forma en mi rostro al recordar la primera vez que nos vimos, las cosas habían cambiado demasiado desde entonces, pasamos de querernos matar a darnos carias en la oscuridad en nuestra habitación.

Nuestra habitación.

Nuestra casa.

Nuestro claro.

Nuestro futuro.

Un suspiro escapa de mis labios, después de todo lo que habíamos pasado para llegar aquí ahora teníamos la posibilidad de un para siempre solo esperaba que la vida no me lanzara más sorpresas.

La habitación me recibe en absoluto silencio, la cama estaba vacía e intacta, pero al ver más allá un hombre con traje negro, rizos de oro y labios carnosos me miraba desde la esquina de la habitación.

En manos de un mafioso © Libro 1 || [Disponible Físico y E-book en Amazon]Where stories live. Discover now