CAPÍTULO XI

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El estancamiento causado por el accidente del camionero, facilitó la muerte de muchos durante la lluvia de meteoritos

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El estancamiento causado por el accidente del camionero, facilitó la muerte de muchos durante la lluvia de meteoritos. Muy pocos escaparon siguiendo el ejemplo de quienes salieron por el carril contrario, pero entre los afortunados estuvo la familia de la mujer que ayudó a Katia, en la carretera de Pisco.

Salieron justo detrás del grupo de Brisa, pero tomaron un desvío siguiendo el instinto del padre, que ya había acertado con la llegada del fin del mundo. Condujo invadido en sus nervios, al igual que sus hijas, tuvo mucho miedo y esta vez, si hubo alguien que se coló mientras escapaban.

   —Tuviste suerte. U-Un poco más y te hubieran llenado de mordidas —dijo el hombre tartamudeando—. ¿P-Por qué no te mordieron verdad?

   —Oye, deja de agobiarla —intervino su esposa.

   —¿Qué tiene de malo ser precavidos?

   —No se preocupe. No me mordieron — respondió la señorita y volvió a callarse.

Los atrapó un silencio incómodo que no duró mucho tiempo, ya que el hombre continuó interrogando a su invitada; descubriendo que su nombre era Anel y que su destino era la ciudad de Huarmey. El hombre, acostumbrado a viajar, tomó un atajo e informó que pronto llegarían, pero también aprovechó para sugerirle que se dirija con ellos a la zona segura.

   —Me lo dijo mi compadre. Ese búnker que construyó junto a su personal estaba destinado a cuidar del presidente en esta invasión.

   —¿Invasión? —preguntó Laurie—. ¿Dices que son extraterrestres?

   —No hay otra explicación. Las rocas debieron traer algún organismo peligroso que se unió y contaminó el cuerpo humano.

   —Concéntrate en el camino y deja de preocuparnos más.

Obedeció y se mantuvo callado hasta llegar Huarmey, media hora antes que el grupo de Brisa. Al ver un bloqueo que les impidió seguir, bajó del auto para encontrar alguna otra ruta secundaria, pero aquellos hombres que tomaron la ciudad aparecieron para amenazarlo y obligar a su familia a salir del vehículo.

Al verse en peligro, el padre de Laurie intentó dialogar y explicarles sobre el refugio al que se dirigían. Pidió su cooperación para sobrellevar la dureza del desastre que enfrentaban, sin embargo, obtuvo burlas en respuesta. Los violentos hombres abrieron fuego sin compasión y dispararon, hiriéndolo en su muslo derecho. Su sangre brotó del agujero mientras se revolcaba de dolor en el pavimento. Laurie intentó ayudarlo, pero la detuvo para que no se viera involucrada en su negociación. Siguió ahí y un organismo salió de un cráter para sigilosamente introducirse por su herida.

   —Claro que no le haremos nada a estas jovencitas, ¿verdad, muchachos? —dijo el líder alimentado las risas de sus seguidores—. Porque ellas serán la fuente indispensable para repoblar la Tierra cuando matemos a todos los zombis.

PROYECTO APOCALIPSIS ©Where stories live. Discover now