CAPÍTULO XVI

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ATRAPADOS

Esa mañana del 28 de agosto, un bus logró partir desde la ciudad de Casma con la esperanza de encontrar un lugar sin infectados, pero grande fue su sorpresa cuando descubrieron que no existió tal lugar esperándolos, al menos no en Chimbote. El conductor observó el panorama mientras seguía la ruta, y cuestionó a sus pasajeros por un nuevo destino. Esto sin imaginar que en la próxima curva hallaría una horda zombi esperándolos, los mismos que, a pesar de parecer desorientadas a la luz del día, se abalanzaron sobre el bus aprovechando la lentitud con la que se movía en una carretera llena de obstáculos.

Mordieron la estructura como si se tratase de un ser vivo, lo golpearon e intentaron atravesarlo, a la par que otros siguieron montándose en pleno movimiento. Eran tantos que el bus empezó a tambalearse, y pronto se detendría producto de la sobrecarga, por ende, sumándole un esfuerzo al vehículo, el hombre al volante decidió seguir una de las vías alternas para acelerar y dejar atrás el creciente peligro. Encendió la bocina al tomar la calle secundaria, con la intención de que fuera escuchado por la armada u otro tipo de ayuda, pero una jovencita se levantó entre los pasajeros para sugerirle que detuviera el sonido.

   —En libros y películas, el ruido es el mayor atrayente de los muertos vivientes. Todos lo saben, señor.

   —¿Quién se supone que eres tú? —cuestionó incrédulo — No voy a detenerme. Es la única manera de que alguien se acerque a ayudarnos.

La mujer se tomó literal la pregunta y se presentó.

   —S-Soy Marisol, pero por favor, escuche lo que digo y detenga la bocina.

Un niño que sostenía un muñeco perteneciente a una franquicia de videojuegos de zombis, escuchó a la señorita y salió en su apoyo, sin embargo, fue tarde para detener su acción. Al llegar a la ruta principal, los frenos del bus no respondieron y fue necesario girar al norte tratando de evitar un gran impacto. Comenzó a rozar pequeños autos tratando de reducir la velocidad hasta que chocó con la furgoneta que cruzó camino al sur, obviamente, el más pequeño de los vehículos dio un giro en el aire y cayó a unos metros de distancia. De igual manera, el bus terminó empotrado en los muros principales del aeropuerto.

La pareja venezolana que estuvo resguardada toda la noche escuchó lo sucedido, pero eran conscientes de su situación y de que sus estómagos solicitaban alimentos. Pensaron en moverse a otra zona segura aprovechando que los zombis se dirigían al origen del ruido.

   —Qué extraño —dijo Jesús después de fisgonear unos segundos—. No sé si fue mi imaginación, pero antes ¿Estaban quietos?

   —Quizá sea porque no veían a nadie cerca, o solo reaccionan a los sonidos. No lo sé —dio gemidos de dolor mordiendo su labio inferior—. Dios mío, no creo que este pedazo de trapo atado a mi tobillo sea suficiente.

Jesús la ayudó a levantarse y siendo precavidos, volvió a observar el exterior. Era la oportunidad que esperaron, porque fuera no quedó zombi alguno.

   —¿Qué habrá pasado? Lo que se oye es la bocina de un auto. Quizá hubo un accidente de tránsito —dijo Jesús y le entregó un bastón a su esposa—. Bueno, no importa. Lo sabremos al cruzar la salida.

Caminó hacia las cajas apiladas en el almacén, con la intención de encontrar un arma para defenderse. Indagó en las cajas de encomienda, hasta que guardó silenció observando el interior de una de ellas. Su esposa lo cuestionó, pero él se echó a reír con un timbre de voz distinto. Acto seguido, se levantó misteriosamente dando la espalda y giró sobre sus tobillos para exponer un bate de béisbol que extendió hacia su esposa diciendo: «I'm Negan. Without exceptions», intentando imitar a su personaje favorito de una serie de zombis.

PROYECTO APOCALIPSIS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora