CAPÍTULO XXX

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EL MENSAJERO

Balneario de Tortugas. En paralelo a la llegada de Cosmos.

Los residentes se reunieron en el comedor para celebrar la última noche de los que se marcharían al amanecer. Saborearon con placer la media porción de pescado que sobró del almuerzo y brindaron por la amistad que forjaron en el último año. Todos contentos hasta que Jesús y su esposa llegaron para ser recibidos con incomodidad debido a los comentarios de la mañana. Al no ser bien recibidos, no tuvieron más opción que retirarse.

Fueron en dirección al pequeño muelle, donde escucharon la última conversación de Sunshine tendría con el viejo líder de la comunidad.

   —Confío ciegamente en tu fortaleza, porque fui testigo del poder divino que posees, jovencito.

   —No sé qué tan divino sea, pero no puedo usarlo a voluntad —acarició la cicatriz sobre su ojo—. Todo este tiempo estuve tratando de activarlo y lo único que descubrí es que necesito algo más para desbloquear todo este poder.

   —¿Una llave? —cuestionó el anciano señalándolo con su bastón—. Cuando era niño, mi abuelo decía que al llegar el apocalipsis los primeros hombres reencarnarían.

El hombre vio el mar sintiendo la debilidad en su cuerpo, pero comprendiendo las palabras del anciano. Desde que descubrió su virtud, muchos recuerdos y respuestas llegaron a él; sin embargo, tuvo dudas sobre el precio que tenía que pagar a cambio de activar a "Sunshine". Las cicatrices en su cuerpo y el ojo que perdió en la batalla contra Violet mantuvieron resguardada su energía, pero lo ocultó junto a otros secretos.

    —No dejes que tu mente te engañe por ser joven —dio pequeños toques con su bastón —. Los humanos obtienen poder cuando protegen a sus seres queridos y tú vas directo a una guerra para salvar a tu esposa e hija. Estoy seguro de que puedes ganar esta guerra.

La pareja de esposos escuchó con razón las palabras del anciano y continuaron su camino divisando a lo lejos a la pareja exploradora y fue fácil percatarse del miedo que las consumía. Un miedo que tenían que enfrentar antes que los enemigos tomaran la ventaja. Sunshine también se las encontró de regreso a su habitación, pero las dejó solas y fue con Danna, que últimamente estuvo practicando una nueva disciplina con un bastón largo de madera. Se inclinó al Bojutsu después de haber lastimado gravemente a Brisa.

   —Deberías quedarte con los demás y hacer una vida como lo hicieron Angie o Brayhan.

   —No tengo intención de comprometerme con alguien de este lugar.

   —Pero ya no es necesario que me protejas.

Sus palabras atravesaron su pecho como una daga y la detuvieron en su entrenamiento.

   —¿Crees que siempre será por ti? No seas ridículo. Hace mucho dejaste de importarme —cruzó deteniéndose un par de pasos detrás de él —. Iré a esa guerra, porque tengo una deuda pendiente con la muerte.

Terminó su charla e ingresó al lugar donde vivió con su hermana, específicamente a la ducha, para relajar su cuerpo antes de dormir. Disfrutó la frescura del agua cayendo sobre su piel desnuda y no pudo dejar de pensar en las amenazas que llegaron junto al nuevo meteorito. De pronto, una falla en el transformador dejó a la comunidad sin energía eléctrica y no tuvo más opción que terminar de asearse en la oscuridad. Salió con la toalla en la cintura y tanteó las paredes hasta llegar a su habitación.

Sintió unos pasos y luego un mechero se encendió para iluminar el rostro de Claudia.

   —No sabía que eras tan irresponsable —dejó el mechero sobre la cómoda—. Dejaste la puerta abierta ¿Sabías?

PROYECTO APOCALIPSIS ©Where stories live. Discover now