CAPÍTULO XX

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LA PROTECTORA DE ANIMALES

Se aferraron a la delgada cuerda de esperanza con el único deseo de encontrar a sus seres queridos. Obtuvieron fuerzas y siguieron luchando en un mundo apocalíptico donde ni siquiera las zonas seguras lograron salvarse. En Trujillo la situación fue terrible, los feroces y resistentes animales zombis destrozaron al ejército y asecharon, encontrando incluso a quienes permanecieron refugiados en sus edificios.

Las señoritas se alejaron de Maricielo, porque Blake tenía tantos huesos rotos que era imposible que lo salvara. Desconfiaron y temieron la transformación de animal dentro de la farmacia, lo cual resultaría peligroso al no tener a donde escapar. Por otro lado, el hambre las invadió cada vez más y anhelaron tener algunas golosinas para devorar. Lo desearon tanto que los sonidos emitidos por el estómago de Lizzy fueron escuchados en todo el ambiente.

En ese momento y previniendo lo peor, Sofía se acercó para convencerla de que sacaran a Blake fuera de la farmacia, pero Lizzy la observó aferrándose al perro y prefirió no intervenir, porque en su corazón era consiente que todos necesitaban tiempo para despedirse de sus seres queridos. Al no ser apoyada, decidió hacerlo por su cuenta y levantando el arma del piso, amenazó a la doctora para que sacara a su mascota de la farmacia. No la obedecieron, por lo que se aproximó para apuntarle a la cabeza y así la descubrió presionando el hocico del perro. La transformación comenzó y Maricielo intentó ocultarlo.

   —Por favor, no dispares —pidió entre lágrimas—. Significa demasiado en mi vida, fue el regalo de un buen amigo.

Blake comenzó a moverse de forma más brusca.

   —Estamos perdidas —dijo Sofía y retrocedió lentamente—. Tú nos matarás a todas.

   —Maldito sea quien el culpable de este infierno... ¡Maldito seas, porque nosotros no hicimos nada malo!

Nerviosa y alterada, Sofía dejó de pensar con claridad y salió de la farmacia pese a que Lizzy intentó detenerla. Corrió con todas sus fuerzas, cruzando el pavimento cubierto de sangre que aparentó estar libre de aquellos animales mutantes que devastaron la ciudad. Su amiga levantó una mochila llena de medicamentos para alcanzarla cuanto antes, pero invitó a la doctora, que aún se negaba a dejar a su amigo.

   —Le prometí a Scott que cuidaría de Blake ... y ahora que está muerto, este mundo ya no tiene nada que ofrecerme.

   —Piensa con claridad, ¿de qué sirvió que te protegiera con su vida si te vas a rendir ahora?

   —¡Te dije que te fueras! Tú no entiendes nuestra conexión.

En medio de sus lamentos, Blake dejó de moverse, aun así, su ama continuó llamándolo sin aceptarlo. Harta de la situación y quedándose sin tiempo, Lizzy tiró de ella, sacándola del lugar y llevándola detrás de Sofía. Avanzaron sin problemas, lo que resultó sospechoso teniendo en cuenta que un par de horas atrás el lugar estaba invadido por la jauría zombi. Se sintieron aliviadas, no obstante, al intentar cruzar a la acera del otro extremo quedaron perplejas, pues se toparon cara a cara, con uno de ellos escondido detrás de un auto y en dirección a Sofía, otro par que la acechaba sin que se lo imaginara.

Creyeron que morirían, pero para la sorpresa de ambas, el animal zombi solo las rodeó y las dejó pasar sin causar problema alguno.

   —Definitivamente, nada está bien —dijo Lizzy.

   —Si esto fuera una película, nos hubieran asesinado —susurró Maricielo—, pero muchos depredadores del reino animal suelen jugar con su presa cuando sienten su ventaja. Quizá no han olvidado su naturaleza y están jugando con nosotros.

PROYECTO APOCALIPSIS ©Where stories live. Discover now