˗ˏˋ William J. Moriarty ෆ FnM ˎˊ˗

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           El líquido escarlata recorrió la cuerda de violín hasta aterrizar en mis finas manos. Mis ojos carentes de alma hacían juego con la sombría expresión. Una vez más había matado a otro objetivo sin bacilar; la escena frente mía era bastante fuerte, algo que causaría a la gente común vomitar hasta desmayarse a mí no le causaba nada más que la alegría de recibir una recompensa. Sentí como el brillo y vida regresó a mi rostro al escuchar unos aplausos gentiles venir por detrás, había salido del trance de asesina en el que entraba cada que trabajaba y volteé a ver al dueño de mi vida.

—Una vez más has hecho un trabajo impecable —el rubio extendió sus brazos—. Ven aquí.

           Rápidamente tiré el hilo que fungió como arma letal y me apresuró a su encuentro con un leve sonrojo en las mejillas y una sonrisa tímida. Abracé a Moriarty como solía hacer luego de cada trabajo cumplido, era como una recompensa o tal vez como una niña buscando reconforte, fuera lo que fuera, solo deseaba estar con él. Después de todo fue quien me salvó y me obsequió una razón para vivir.

           Todo inició hace muchos años atrás, en la etapa tardía de mi infancia. Yo era una más de los tantos marginados que habitaban en las calles de Londres. En una sociedad tan injusta donde tú destino estaba dictado desde el primer segundo de tu nacimiento cada quien buscaba la manera de ganarse la vida de la manera que más le saliera conveniente.

          Desde pequeña había estado rodeada de un ambiente poco sano para cualquier niño. Mi madre se encargaba del hogar y de mi hermano el cual era un bebé, mi padre se dedicaba a la delinquir para poder sacar dinero o comida la cual a duras penas alcanzaba para tres personas, por lo que siempre debíamos apretarnos el cinturón para comer.

           Las cosas siguieron ese transcurso durante uno o dos años hasta que mi hermano menor enfermó y entramos en una crisis mayor donde lo poco que traía mi padre ni siquiera alcanzaba para comprar la medicina más barata. Esto nos orilló a buscar más métodos poco ortodoxos para conseguir dinero, por lo que el hombre de la casa decidió enseñarle a su hija mayor, es decir a mí, a robar. Fue bastante complicado en un inicio, el estrés de lo que vivíamos llevaba a mi papá a enojarse de una manera monstruosa contra mí ante la impotencia de que me salieran mal las cosas. Las primeras veces que robé me atrapaban con las manos en la masa, pero conseguía arreglármelas para huir antes de que me echaran a la policía y me metiera en más problemas, incluso si esto significaba lastimar a alguien para salir corriendo. Con el paso del tiempo y pese a mis esfuerzos y mejora en el ámbito del robo aún no era suficiente, la condición era tan precaria que mis progenitores comenzaron a darle una buena porción de mi comida a mi hermano, lo que me dejaba casi todo el día con hambre.

           Fue entonces que decidí cazar a objetivos más grandes: los nobles. No tenía caso pedirles a mis padres que me dieran lo que me pertenece, pues no lo harían y solo ganaría una golpiza. Fue bastante difícil y hasta doloroso cuando recibía reprimendas de a quienes les robaba, lo que me orilló a mejorar mis habilidades de manera paulatina, casi un año después logré pasar desapercibida por las personas, lo cual aumentó el éxito de mis robos. Aun así, esto pareciera no ser suficiente para ganarme mi lugar en mi propia familia, todas las ganancias iban para mi hermano, incluso después de haberse curado de su enfermedad seguían consintiéndolo con regalos como si nos sobrara el dinero, todo aquello que no pudieron hacer conmigo a su edad lo hacían con él. Mis víctimas no me veían cuando me escabullía para robarles, y mis padres tampoco me veían aunque me parara frente suya.

           Un día aparentemente como cualquier otro salí una vez más a cometer fechorías. Según mi experiencia, los niños riquillos eran más fáciles de robar o engañar, por lo que decidí sin dudar aprovechar la multitud y acercarme cautelosamente a un chico rubio de buen vestir. Lo había visto guardar un reloj en uno de sus bolsillos traseros, por lo que sabía exactamente en donde se encontraba mi botín. Sigilosamente pasé tras suyo como cualquier otra persona, en cuestión de segundos tomé el reloj y aun siguiendo mi papel de niña inocente conseguí salir de entre toda aquella gente hasta un lugar poco frecuentado donde finalmente saqué lo que había robado para analizarlo y llevarlo con el sujeto con el cual solía venderle lo que conseguía. Sin embargo, una voz dirigiéndose a mí me congeló en mi lugar y evitó que siguiera avanzando al sostenerme firmemente del brazo.

           Era el niño al que le había robado. Sus ojos rojos brillaban con intensidad al decirme:

—Te he visto.

           El terror que sentí en ese momento es indescriptible, pero necesario al mismo tiempo. Las palabras que me dedicó luego de atraparme se quedaron grabadas en mi cabeza como en piedra. Tal y como había dicho, él fue la primera persona en verme como era.

           Sus palabras y carisma me sedujeron haciéndome caer a sus pies. Hasta el día de hoy sigo sin estar segura de qué en específico fue lo que me atrajo a él como gravedad, pero desde ese día le juré lealtad eterna a William James Moriarty. Abandoné a mi familia y acepté la mano que me ofrecía, era la primera vez que experimentaba tal reconocimiento, aunque no fuera la gran cosa a los ojos de otros. Durante los siguientes meses se dedicó a pulir el potencial que vio en mí, felicitándome por mis avances, era realmente gentil. El junto con sus hermanos me enseñaron lo que es una buena familia. Fue mejor que me pudo haber pasado.

           Observé a William durmiendo profundamente en el sillón

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           Observé a William durmiendo profundamente en el sillón. Una vez más había conseguido la información que me solicitó de manera exitosa por lo que lo había estado buscando. El verlo descansar tan cómodo hizo derretir mi corazón que no pude evitar acurrucarme junto a él; instantes más tarde lo sentí abrazándome firmemente para después acariciarme el cabello con ternura.

—Excelente trabajo —besó mi cabeza—. Sé que siempre puedo confiar en ti.

           Mis mejillas se encendieron casi del tono de rojo de sus ojos. No importaba qué me pidiera hacer, no importaba en qué me tenía que convertir, así tuviera que matar a mil personas o volar por los cielos yo conseguiría de una forma u otra acatar sus órdenes. Sus ideales y él mismo eran por lo que vivía, le entregaría mi ser con tal de cumplir sus planes; así mismo lo protegería de todo mal y aniquilaría todo lo que se interpusiera en sus metas si él así me lo pedía. Después de todo fue William el único que me vio a los ojos cuando nadie más lo hacía.


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Publicación: may. 29, 2022

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