¡Pequeñas historias con tus personajes favoritos de distintos animes! (xLectora ♀)
✓500k: 5 de junio, 2020.
✓1M: 14 de abril, 2021.
Los animes y personajes no me pertenecen. Créditos a sus respectivos mangakas/creadores.
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Ahora lo que más quería (TN) era comer esa deliciosa crepa humeante que sostenía con sus manos enfrente de ella. No importaba que las nubes en el cielo amenazaran con una lluvia que parecía querer caer dentro de poco. Para ella, siempre había tiempo para su crepa favorita sin importar las condiciones del clima. No, no importaba que un volcán explotara o estuvieran lloviendo meteoritos, si iba a morir sería mejor morir comiendo su comida favorita, ¿no...? ¿No? Como sea, la chica llevaba más de dos meses esperando el poder volver a saborear ese suave y delicioso manjar de los dioses, si bien no eran tan caras tenía que afrontar otros pagos básicos antes de darse sus pequeños gustos de la vida.
Sostuvo con firmeza el alimento y se lo acercó para darle la primera mordida cuando justo antes de que su paladar pudiese siquiera rozar el postre francés, percibió como su crepa salía volando por el cielo, a la vez ella sintió un gran dolor y cayó al suelo, no porque su crepa haya terminado tirada en el concreto contaminándose... bueno también, pero esa no era la razón de porqué estaba en el suelo ahora ya desmayada, sino por el fuerte impacto que sufrió provocado por algún tercero cuyo rostro no pudo observar ni de reojo. Todo sucedió en menos de un abrir y cerrar de ojos.
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(TN) abrió poco a poco los ojos recuperando la consciencia, pero cuando tenía los ojos completamente abiertos no vió nada, todo era negro, tan negro como su futuro en el instituto. Estiró sus brazos enfrente de su rostro esperando verlos, pero no hubo resultado.
—¿C-Ciega? —murmuró moviendo más sus brazos— ¡No veo! ¡Estoy ciega! —exclamó sin importarle si alguien la oía, no podía ver nada y sentía como lágrimas comenzaban a mojar sus mejillas, cayendo en dirección de sus oídos pues estaba acostada sobre una superficie cómoda, parecía ser un sillón— ¡¿Qué me ha pasado?! —dijo con una clara desesperación que se notaba tanto en su voz como en su forma de agitar los brazos en el aire.
—No estás ciega... —escuchó la voz de lo que parecía ser una niña, la cual retiró algo de sus ojos y pudo ver cómo siempre, topándose con los ojos rojos de la pequeña quien parecía ser la dueña de esa dulce voz—. El trapo que te colocó Izumo resbaló un poco hasta cubrir tus ojos.
