Capítulo 67

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Pequeños, grandes momentos

Rosalie observaba el concentrado rostro de Ethan, el cual pintaba detalladamente las uñas de sus pies, mientras que a cada tanto el apuesto licántropo besaba su pálida y seductora piel del empeine y de los tobillos, haciendo sonreír a la vampiresa, la cual se encontraba encantada con cada atención de parte del muchacho.

— ...Y eso fue lo que me dijo tu hermanita. —Concluyó Rosalie la explicación de la conversación que Katherine y ella habían tenido el día del partido.

—No le hagas caso, Rose... ella solo cuida de su hermano menos, soy lo único que le queda en la vida después de que mi padre murió. —Ethan colocó meticulosamente una de las diminutas estrellas doradas que la vampiresa había adquirido para adornar sus uñas, extrayéndola del interior del frasco con una pinza.

—No, si a mí no me molestó en lo absoluto su interrogatorio... de hecho me causó mucha gracia. —El joven lobo realizó una mueca ante las odiosas palabras de su novia, después de haber colocado la estrella sobre el fondo azul marino que había pintado sobre las perfectas uñas de Rosalie, creando una especie de cielo nocturno con luna llena y todo—. Es una monada tu hermanita.

—Bueno... ella dijo lo mismo de ti y en el mismo tono odioso. —Ethan apretó los labios para no reír ante sus sucias jugarretas, colocando varias estrellitas sobre la superficie esmaltada.

—¿Ah sí? —Tal y como lo imaginaba el joven licántropo, aquello le había indignado.

—Creo que te considera muy vieja para mí. —El entretenido lobo terminó de colocar las estrellas sobre las uñas del pie izquierdo, pretendiendo empezar con el derecho pero Rosalie se apartó de él, levantándose completamente indignada de su asiento.

—¿Vieja? —preguntó ella paseándose descalza por la lujosa suite donde ambos se hospedaban en Canadá, después de haber decido dar un viaje y alejarse un poco del problema de Klaus.

—Pues según tengo entendido tienes más de 100 años. —Ethan intentó decir aquello de la forma más relajada posible.

—Morí a los 18

—Y pareces de 21, pero aunque tengas más de cien años, eso es lo de menos, Rosalie. —El caballero se levantó de su puesto, acercándose a ella con el frasco de estrellas en una mano y las pinzas en la otra.

—¿De 21? —Rosalie lo fulminó con la mirada—. Pues ya quisiera tu hermanita verse tan regia como yo. —Sacudió su larga cabellera rubia, golpeándole la cara con esta al sonriente muchacho—. Mi vida se detuvo a los 18 y la de tu hermana a los 22, así que no compares. —Ethan soltó una carcajada, abrazando a su amada.

—Estoy bromeando, amor... ustedes las mujeres sí que les encanta competir. —Besó no solo su mejilla sino todo el largo de su delicioso y apetecible cuello—. Anda, ven y terminemos de arreglarte las uñas. —Pero Rosalie aún seguía molesta por las palabras de Ethan, preguntándole si en realidad su hermana había dicho eso de ella—. Claro que no, amor... ella jamás diría algo así, son solo jugarretas sucias de mi persona.

—Pues hoy duermes fuera de la recamara.

—¡Oh vamos!... solo estaba jugando, es muy fácil hacerte rabiar. —La tomó entre sus brazos y la llevó hasta el diván donde había estado recostada, colocándola nuevamente sobre el elegante mueble victoriano, besando sugestivamente los labios de la hermosa vampiresa—. Sabes que no puedes estar con tu perrito fiel... ¿Cierto? —Ella puso la boca trompuda, intentando no reírle sus mimos—. ¿Quién va a arreglar tus uñas mejor que un metrosexual como yo? —Le besó la trompuda boca, consiguiendo que la mujer sonriera—. ¿Quién te va a peinar tu hermoso cabello? —Ethan dejó a un lado todos los implementos de manicura que traía en las manos, acariciándole la frondosa cabellera.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora