Capítulo 23

6.7K 468 413
                                    

Ilusiones

El frio viento de la mañana acarició el pétreo y agraciado rostro de Edward, quien contempló la hermosa vista que se materializó ante sus ojos, en donde un majestuoso amanecer se dibujó en el horizonte, y aunque el cielo estaba plagado de nubes y el clima amenazaba con lluvia, se pudo apreciar la insistencia del sol por salir desde el ocaso, pintando las grisáceas nubes en tonos ocre y lavanda, creando matices que se difuminaban en el cielo.

Volteó hacia proa, observando a Taylor atar las cuerdas de las velas frontales a la escota de foque del enorme velero, tratando de llevar el curso al frente, utilizando el viento a su favor para guiarles.

"Jamás pensé en huir de todo este problema junto a Christian" Pensó Edward, consiguiendo que aquel fuerte hormigueo que solía denotar vergüenza, aflorara en sus mejillas, haciéndole sentir comezón. "Y mucho menos dejar que pasara lo que pasó anoche" Cubrió su rostro al sentir tanto pudor en su interior, que no pudo evitar estremecerse, sintiéndose vulnerable. "Ya no puedo seguir ocultándomelo... me gusta este arrogante y engreído hombre" Suspiró, bajando la mirada, contemplando la línea recta que dibujaba el velero sobre el agua, la cual se desvaneció en la distancia, dejando las aguas agitadas a su paso.

—Buenos días, joven Edward. —El vampiro volteó a ver a Taylor, quien al fin se había dado cuenta de su presencia en popa, admirando el paisaje.

—Buen día, Taylor. —El chico volteó a verle, regalándole una amable sonrisa.

—Hace frío, joven. —Acotó, observando que el muchacho solo vestía un delgado suéter gris.

—Si... aunque estoy bien... me gusta el frio, estoy acostumbrado a ello. —Taylor asintió, preguntándole por su jefe—. Aun duerme. —Volteó nuevamente el rostro al darse cuenta de los pensamientos del guardaespaldas, quien al parecer había logrado escuchar algo, ya que las delgadas paredes del bote, parecían haber dejado al descubierto lo que había ocurrido entre él y Christian.

—Sam y yo ya desayunamos. —Edward asintió a su acotación, manteniendo su postura de espaldas al guardaespaldas y de frente al mar—. Dejamos la mesa servida para ustedes dos, cuando gusten.

—Gracias Taylor. —Acotó Edward, girando la cara, manteniendo su postura frente al mar—. ¡Por cierto!... ¿En dónde está Sam? —A lo que el acomedido hombre respondió que había estado toda la noche de guardia, mientras él descansaba para cubrirlo en la mañana—. ¡Genial!... —Soltó por lo bajo, y aunque para Taylor aquello solo había sonado como una acotación de aceptación a su pregunta, en realidad había sido una irónica exclamación ante sus sospechas de que Sam también les hubiese podido escuchar, sintiéndose verdaderamente avergonzado, cerrando sus ojos mientras rememoraba la extraña, perturbadora y al mismo tiempo extraordinaria noche que había pasado junto a Christian, en su camarote.

Mientras Sam y Taylor decidían cuál de los dos haría guardia primero, Christian y Edward discutían sobre donde dormiría cada uno, ya que como era costumbre, jamás se ponían de acuerdo en algo, en cuanto a estar juntos y a solas se refería.

—Ya te dije que el sofá me parece muy cómodo para mí, Christian.

—Y yo ya te dije que sobre mi cadáver vas a dormir en ese incómodo mueble cuando hay una cama extra grande en donde ambos cabemos sin problemas. —La acotación de Christian consiguió que Edward pusiera los ojos en blanco—. No entiendo cuál es tu problema, si anoche dormimos juntos—. El joven vampiro se acercó a la puerta del camarote, abriéndola rápidamente, para corroborar que ninguno de los dos acompañantes estuviese cerca, cerrándola nuevamente, exigiéndole al ofuscado hombre.

—Pues precisamente por eso no quiero dormir nuevamente contigo, "señor brazos de tentáculos". —Susurró por lo bajo, acercándose a Christian, mientras gesticulaba sus extremidades superiores, haciendo sonreír a su compañero de camarote—. ¿Crees que quiero dormir con alguien que no puede mantener sus manos quietas? —Christian se cruzó de brazos, apretando los labios para no sonreír, ya que aquello le estaba divirtiendo de lo lindo—. Lo siento pero no.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Where stories live. Discover now