Capítulo 40

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Confrontaciones

Cada pájaro, roedor o animal que habitaba en aquella parte del bosque parecía haber huido ante los gritos atroces de Rosalie, la cual había perdido por completo el juicio, espetándole a Jasper entre rugidos y estruendoso arranques de histeria.

—No eres el más apto para decirme a mí que soy una descarada, maldito desgraciado... por lo menos Emmett aún sigue siendo mi esposo, pero cuál es tu excusa para haberte ido a acostar con la perra callejera de Leah. —Si sus cuerdas vocales hubiesen sido humanas, estas ya se habrían desprendido de su garganta, ante el tono de voz que la exaltada vampiresa estaba usando con su amante.

—Yo no tengo que excusarme, Rosalie... simplemente fui a desahogarme con la india. —Rosalie tomó una enorme roca, arrojándosela al molesto vampiro, el cual la esquivó ágilmente—. Ella solo quiso darme lo que tú has estado negándome durante todo este tiempo, Rose... una vagina dispuesta a dejar que mi hombría sacie sus deseos más febriles y lujuriosos... no soy de acero... ¿sabes?... tengo necesidades. —La rubia soltó un grito de los mil demonios, logrando espantar a las pocas criaturas vivientes que quedaban en aquel espacio del bosque, sobresaltando al vampiro.

—Aaahhgg... no puedes ser más descarado, infeliz. —Trató de desprender uno de los árboles más angostos, para partírselo en la cabeza, lo que Jasper aprovechó para arrojarse sobre ella, consiguiendo que ambos cuerpos rodaran por el boscoso suelo.

—¡Ya basta, Rosalie!... —Exigió Jasper quedando sobre el cuerpo de la vampiresa—. Fuiste a besuquearte con tu esposo, intentando reconciliarte con él y vienes hasta acá a reprocharme lo que hice anoche... ¿Cuándo piensas detenerte y darte cuenta que lo único que te da placer es tenernos como monigotes detrás de ti?... No eres más que una maldita manipuladora. —La vampiresa comenzó a arañar su cara y a intentar quitárselo de encima con maniobras que él mismo le había enseñado, arrojándolo a un lado.

—¿Sabes qué?... la verdad es que ni tú ni Emmett me llegan a los talones. —Se levantó del suelo, intentando sacudir la tierra y las hojas secas que se habían enredado en su rubia cabellera, apartándose de él—. Nunca pudieron complacerme lo suficiente. —Comenzó a correr de vuelta a la casa, siendo perseguida por el molesto ex soldado, el cual la interceptó en el umbral de la puerta trasera.

—Tú no quisiste que yo te satisficiera, Rosalie... jamás me permitiste hacerte mi mujer, hacerte mía... tú no...

—Eres un completo estúpido, Jasper... no eres más que uno más del montón, de los que piensan con el pene, de los que creen que todas las mujeres nos satisfacemos del mismo modo, pero yo soy diferente. —Pretendió entrar en la cocina, pero Jasper se lo prohibió.

—Explícame. —Exigió el alterado vampiro, tratando de percibir los sentimientos de Rosalie, los cuales solo expresaban rabia y confusión.

—No lo entenderías.

—Pues trata. —Rosalie se soltó de su agarre, entrando al fin a la cocina, en donde Carlisle y Esme alimentaban a los hijos de Bella, haciéndose los desentendidos, siendo la matriarca de la familia, quien hablara.

—¿Pueden dejar de gritar?... asustan a los niños. —Rosalie se encaminó hasta el salón principal, consiguiendo que Jasper le siguiera nuevamente, escuchándole decir a Carlisle.

—Sigues corriendo detrás de ella, pero nadie lo hace tras de ti, Jasper. —El vampiro no dijo absolutamente nada, introduciéndose en la amplia sala, exigiéndole una vez más a Rosalie que se sincerara.

—No me conformo con solo tener sexo y ser la esposa de un hombre fuerte y adinerado, la verdad es que tengo demasiados fetiches como para que un solo hombre pueda satisfacerlos.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora