Capítulo 21

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Sensaciones

El sabor almizclado de los cálidos y húmedos labios masculinos de Christian, mantuvieron a Edward lo bastante ensimismado como para no percatarse de las impropias caricias del magnate, hasta que sus juguetones y curiosos dedos intentaron abrirse paso entre la fría y pálida piel abdominal del vampiro, y la suave tela del piyama, el cual le había quedado como un guante sobre su perfecto y escultural cuerpo de adolecente.

—¡No, Christian!... ¿Qué haces? —Edward atenazó los hábiles dedos del excitado hombre, el cual apartó sus labios de los del vampiro, dejando que una respiración entrecortada y algo agitada le demostrara al chico cuán deseoso estaba—. ¡Detente!

—Solo quiero tocar un poco... es todo. —Tanto Edward como Christian no entendieron que había ocurrido y mucho menos como habían terminado en los brazos del otro, a pesar de haber quedado de mutuo acuerdo en darse un tiempo para meditar y asimilar lo que pasaba entre ellos, insistiendo en que cada uno dormiría en su recamara, sin intención alguna de buscar al otro.

—No, no quiero... —Se negó el chico tratando de incorporarse de la cama del magnate, la cual era mucho más grande que la suya—. Prometimos darnos un tiempo... ¿Cómo es que ahora nos estamos besando como si no hubiese un mañana? —Christian le abrazó por detrás intentando detener su pronta huida.

—No importa que nos hizo caer en este desliz... —Si bien era cierto que en su momento Christian había perdido toda cordura ante lo ocurrido en la madrugada, ahora parecía darle menos importancia, manteniendo a Edward abrazado— ...Por una vez en tu vida alócate un poco... ¿quieres? —preguntó tan cerca de la oreja del vampiro que este pudo percibir el cálido aliento sobre su fría piel, estremeciéndose entre sus brazos.

—Para, Christian... —Pero el magnate parecía no querer darle tregua al temeroso y tímido muchacho, besando no solo la longitud de su largo cuello, sino que también mordisqueo el lóbulo de su oreja, consiguiendo que el vampiro jadeara de gusto, permitiéndole a su ya vencido cuerpo caer sobre el de Christian, quien no perdió oportunidad para regresarlo de vuelta a la cama, sintiendo como el muchacho le aferró de los cabellos, al echar su mano hacia atrás. "Debo tener fuerza de voluntad... debo detenerlo, sé que nos vamos a arrepentir si lo hacemos, no solo ante mis temores, sino ante los suyos" Edward pudo darse cuenta de cómo el magnate luchaba internamente con su lado lujurioso, el cual parecía estarle ganando la batalla al hombre de negocios cuerdo y elocuente que siempre había sido en su empresa, dejando que el amo del látigo despertara sus deseos más reprimidos, aquellos que parecían entremezclarse con los del antiguo sumiso de Elena, recordando cuando la hermosa mujer le sodomizaba, penetrándolo analmente, resistiéndose internamente ante las ganas de hacerle lo mismo a Edward, a sabiendas de lo placentero que le resultaría al muchacho o eso imaginó Christian.

Sus bocas volvieron a entrelazarse, Edward como siempre intentando mantenerlo a raya, prohibiéndole el acceso a su cavidad bucal, ya que el magnate no abandonó sus intentos de introducir su lengua dentro de la pequeña pero peligrosa boca del vampiro, tratando de no lastimarle con su ponzoña, pero Christian parecía estar ganando cada vez más esa guerra entre ambos, ya que de vez en cuando los blancos y perfectos dientes del multimillonario, atenazaban los delgados labios del chico, haciéndole jadear ante sus juguetones mordisqueos.

—Vamos Edward... déjame saborear toda tu boca... —El vampiro no pudo entender como un humano podía tener tanto poder sobre él, logrando que bajara por completo todas sus defensas, sin dejar de estar alerta ante sus insistentes lengüetazos, empujando la desinhibida lengua de Christian con la suya, lo que consiguió que el magnate abriera raudo su boca, engulléndola por completo, chupando y saboreando aquel musculo invertebrado, el cual no solo lograba despertar el sentido del gusto, sino también el deseo carnal de ambos hombres, quienes sintieron al mismo tiempo como sus penes se endurecieron aún más de lo inesperado, dejando escapar un poco de precum, consiguiendo que uno se estremeciera en brazos del otro y viceversa, lo que derrumbó emocionalmente al vampiro, al punto de permitirle al magnate introducir su mano derecha por debajo del piyama, acariciando los duros y sensibles pezones de Edward.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora