Capítulo 11

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Entre semana

Pasaron los días y tanto Christian como Edward estuvieron constantemente en contacto el uno con el otro, y aunque ninguno de los dos intentó planificar un encuentro furtivo, tampoco hicieron el esfuerzo por verse, ya que para ambos parecía ser más que suficiente el tener que soportarse dos días y medio cada fin de semana, aunque la realidad era que aquel par de tercos deseaban verse tanto que no conseguían el modo de hacerlo casual y no tener que expresarlo con palabras.

Christian desde su oficina no dejó de pensar en la contienda de ajedrez, la conversación entre ambos y como Edward lo había dejado boquiabierto ante la extraordinaria explicación musical que había hecho de su funesta composición, la cual el magnate intentó reconstruir durante todas las noches en su piano, escribiendo la partitura pero al parecer, se le dificultaba recrear algo que había salido en su momento, completamente improvisado.

"Espero tenerla lista para el próximo fin de semana" Pensó el ocupado hombre, quien releyó varios de los contratos finiquitados el día martes, alegrándose por las extraordinarias ganancias que darían todo aquel nuevo negocio que tenía entre manos, tarareando la melodía con la que intentaba hacer una partitura de piano, nombrándola exactamente como Edward la había llamado, 50 sombras de Grey, recordando lo que el chico le había dicho.

—... Ocultas muchas cosas, Christian... te escondes tras las sombras de un pasado que intentas dejar atrás pero no puedes... muchas sombras perturban tus sueños. —Suspiró mirando a un punto muerto, sintiendo que de algún modo bastante incomodo, Edward parecía estar aprendiendo a desnudar su mente y su espíritu.

"Eso que estás haciendo conmigo no es bueno, Edward" Se dijo así mismo internamente, odiándose por dejar que un jovencito leyera así su interior, aunque por supuesto Christian no sabía que el vampiro podía exactamente estar dentro de su cabeza. "No solo has aprendido a leerme en tan poco tiempo, has conseguido perturbarme toda la semana restante, aunque he intentado en lo posible, no pensar en ti" Bajó la mirada para seguir leyendo el documento, escuchando su celular timbrar varias veces, notificándole una llamada entrante.

Respondió sin tan siquiera ver la pantalla de su Android, manteniendo los ojos enfocados en los contratos, respondiendo como siempre lo hacía, con total frialdad.

—Christian Grey al habla... —Pasó cada una de las hojas del contrato que releía, dándole los últimos vistos buenos, escuchando la respuesta del otro lado de la línea.

—Tan petulante como siempre, Christian... jamás cambias. —El aludido, dejó de leer el contrato al percatarse de que se trataba de Elena, su mejor amiga y ex amante.

—Hola... Lo siento, nunca imaginé que serías tú... jamás me llamas a esta hora —Se recostó de su elegante y confortable silla ejecutiva, sonriendo con total agrado.

—Bueno querido, ya que Mahoma no va a la montaña, la montaña llama a Mahoma. —Aquel refrán hizo sonreír a Christian—. Cuéntame, pequeño... ¿Cómo van tú y tu "hipotético" sumiso? —La forma en la que Elena había dicho aquello, consiguió cierta incomodidad en Christian, acotando a continuación.

—Pues mi hipotético sumiso, comenzó sus días de sumisión con un "no" tan hipotético desayuno de doscientas calorías, para luego comenzar un falso rol de sumisión que terminó con un Ball Gag destrozado, una fusta rota y mi frustración por el suelo—. Christian pudo escuchar la risa siseante de la rubia, prosiguiendo con su relato—. Luego quise darle por el lado bueno y lo intenté deslumbrar con Charlie Tango.

—¿Y funcionó? —Christian le explicó que en su momento había funcionado pero que luego el chico terminó destrozando una de sus barras extensoras, al igual que la cama, la cual habían ido a reparar en el transcurso de la semana—. ¡Vaya!... Si no hubiese conocido al joven en cuestión pensaría que me estás hablando de una bestia. —Christian puso los ojos en blanco ante la acotación de su amiga, deseando decirle que él también pensaba lo mismo, aunque el archivo médico del muchacho, mostrase tantas anomalías que lo hacían ver ante sus ojos, vulnerable.

50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora