Capítulo 10

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Ayker Evans

Diego estaba puesto para mi, completa y absolutamente entregado. ¿Y que había mejor que tener a un jovencito como él tan dispuesto para ti? Nada. No podía existir nada mejor que eso. Sentía el poder en mis manos y eso era fascinante, siempre tuve una visión extraña del mundo, pero esto ya era otra cosa.

Lo dejé jadeando en el sofá cuando me levanté para acomodarme la ropa, sus ojos me siguieron con cada movimiento, incluso cuando me acerqué al escritorio de su padre para observar que vistas de la ciudad había desde allí.

Este era otro tipo de poder. Zabdiel parecía tener el mundo en sus manos, como la mayoría de magnates que conocía. Pero tenía algo diferente, algo que probablemente había heredado su hijo mayor.

Tomé la foto que tenía allí enmarcada y sonreí al ver que se trataba de una foto familiar, pero sonreí embobada de verdad, no como cuando sonreía al entrar en una fiesta.

—Calíope es ahora adolescente, así que ni te atrevas a decir que se ve tierna en esa foto porque ahora es todo lo contrario —me pidió.

Justo iba a decirlo, porque honestamente la niña en aquella foto estaba más que adorable. Calíope llevaba el pelo desordenado a causa de la mano de Diego, que la miraba con una sonrisa burlona en los labios, las mejillas se le teñían de rosa y el sonrojo se notaba aunque su piel ya estuviera bronceada por el sol.

No tenía que pensar mucho para saber dónde había sido tomada esa foto, según tenía entendido Keshia y Zabdiel tenían una isla especial para ellos por allá por Grecia y no dudaban en veranear en ella año tras año. Supuse que un lugar así debería de ser también importante para sus hijos, pues prácticamente tuvieron que vivir también allí al igual que sus padres. En la foto se le veía felices, como una buena familia.

—Dudo que ya no sea tierna —protesté, mirando aún aquella foto.

—Está muy salida, supongo que como todas las de su edad... Yo la amo, es mi hermana, pero hay que aceptar que está irritable —chasquea su lengua—. Vive llorándole a David Bustamante, ¿te lo puedes creer? ¡A David Bustamante! Que literalmente puede ser su padre y que no pega un tema bueno desde hace veinte años.

Me aguanté las ganas de reír ante su comentario. La verdad es que las adolescentes solían pillarse por gente más o menos de su edad, como mucho de veintitantos años, pero rara vez de un señor de cuarenta años, que como bien decía apenas se escuchaban sus canciones a día de hoy.

Sin embargo, me tocó defenderla ya que ella no estaba aquí para hacerlo.

Y porque era divertido llevarle la contraria a Diego.

—Bustamante es un buen cantante, a mi también me gusta.

Mentira.

Me sabía dos canciones de él... Bueno, los estribillos de dos canciones, tampoco me sabía la canción entera.

—Madre mía, Ayker, yo creía que eras una persona con buenos gustos. Solo mírame a mi... Pero que ahora digas que también te gusta Bustamante me hace sentir muy ofendido.

—Yo tengo muy buenos gustos, así es que me gustas tú y también Bustamante, en diferentes aspectos, por supuesto.

—Que no te oiga Paula Echevarría que se cela.

Dios mío.

¿Este hombre no veía nada las noticias o que?

Todo el mundo sabía que se habían divorciado hace ya años, que ahora ella tiene a otro y que él también tuvo a otras novias después de ella.

Supongo que mi expresión se lo hace saber porque de inmediato hace una mueca con sus labios.

—Ya no están juntos —señaló con evidencia—. Vale, esa no me la sabía yo.

—¿Quién no va a saber algo así?

—¡Diego de Jesús! —exclamó alzando sus brazos, haciéndome reír con su gesto y su tono de voz.

—Literalmente eras el único ser de este planeta que no lo sabía. Es raro, con lo bien que te llevas con Demian...

Demian Colón era de esos chicos a los que nada se le pasaba por alto, ni el más mínimo detalle. Todo tema de interés se lo sabía. Era muy curioso, a la bisagra estaba.

Por la reacción de Diego supe que algo en su amistad flaqueaba.

—El team D no está en su mejor momento —me hizo saber, regalándome una sonrisa de labios pegados más fingida que la mía un lunes por la mañana.

¿El team D? ¿Qué se suponía que era eso?

Otro juego de niños, supuse de inmediato.

Porque por muy adultos que aparentasen, terminaban volviendo a sus raíces y a su verdadero ser que no había sido en su momento.

—Confundí conceptos, creo —se lamentó por lo bajo—. Soy bisexual y Demian... es Demian.

Ya. Un chico pelinegro de ojos verdes y con sonrisa encantadora. A cualquiera podría gustarle, no era de extrañar.

—Nunca insinué nada delante de él, todo lo contrario, lo alenté con las chicas que le gustaban... Sin saber que con eso lo estaba alejando de mi. Es difícil fingir amistad cuando me arden los labios cuando estoy cerca de él.

—Diego, en algún momento todos nos hemos enamorado de un amigo y no ha sido correspondido, no pasa nada.

—¡Por supuesto que pasa! No es un amigo, es mi mejor amigo, y no quiero perderlo por alguna maldita gilipollez. Tengo que aprender que él no es para mi, que él ya encontró al amor de su vida mientras que yo solo quiero confundir al mío con cualquiera que se me cruce por delante.

Así que era eso...

La ambición en el sexo, el tener la polla caliente en un agujero diferente cada día no solo era un capricho. Todo llevaba a que Diego buscaba olvidar, quería evadirse y encontrar lo que su amor por él no le podía brindar.

—Cuanto más deseamos algo, más nos quemamos. Tú no eres de los que permanecen en el infierno, sóplale a las cenizas y vuela cuanto puedas que tienes mucho cielo por descubrir. No te aferres a algo que quema cada vez que te aproximas, eso con el tiempo solo te creará heridas.

Las heridas en los dedos debido a las quemaduras se podían curar muy rápido.

Pero las heridas en el alma no eran de sanar pronto, todo lo contrario.

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now