Capítulo 33

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Diego de Jesús

Me estaba mareando.

Ayker y Calíope se llevaban muy bien, demasiado bien, no sé qué tenía en mente al pensar que sería una buena idea ir todos juntos de comprar... ¡Definitivamente no era una buena idea!

Además, ahora mi hermana no dejaba de hablar de su crush con Nando, esto ya era el colmo. Mi amigo jamás pondría sus ojos sobre ella, por mucho que me jodiera decirlo iba a verla como una niña toda su vida, sus gustos eran otros completamente diferentes y se respetaba. Tampoco es que quisiera a Nando como cuñado, sin ánimo de ofender, ¿eh?

Sólo de pensar lo ridículo que se escuchaban los apellidos juntos me entraban ganas de llorar.

Río Camacho de Jesús.

¿Qué mamada es esa, wey? Llamarle así a tu hijo es asegurarle bullying desde pequeño.

—¿Qué tal este vestido? —preguntó, tomando la percha en su mano y pegándolo a su cuerpo simulando probárselo.

—Si fueras stripper muy bien, pero como solo eres una adolescente con ganas de llamar la atención muy mal, pésimo, horrendo —señalé, ganándome una mala mirada por parte de la señorita que llevaba mi misma sangre.

—No te estaba preguntando a ti.

—Ya, pero como soy yo el que va a pagar tengo derecho a dar mi opinión aunque no me la pidas —señalé, elevando la cabeza de manera socarrona.

Y no aceptaba un no como respuesta, no dejaría a mi hermana ponerse eso ni de coña, desgraciadamente la sociedad era una mierda y si una niña de su edad vestía así la iban a sexualizar por todos lados. ¿Era lo correcto? No, pero no podía cambiar yo el mundo, para mi mala suerte esas cosas llevaban pasando toda la vida.

Ayker parecía entender mi punto de vista porque pronto la tomó de la mano para llevarla a buscar ropa que, ajustándose a los gustos de Cali, si parecía más para niñas de su edad.

—Dime que ya tienes ganas de irte a casa y te cumplo el deseo —murmuré al acercarme a elle, que esperaba a que mi hermana cogiese las prendas para dirigirse al probador.

Me dedicó una sonrisa burlona que interpreté de inmediato como un "ya te gustaría", no podía ser que se acabaran de conocer y ya se aliaran para estar en mi contra.

El mundo me odiaba demasiado.

A todo esto y con todo lo que había pasado se me había olvidado un detalle importante: quería pedirle a Ayker que fuera mi pareja.

Temía al rechazo, claro que si, pero quien no arriesga no gana y yo estaba cansado de perder, ya quería ganar algo en la vida, quería ganar a Ayker fuera como fuera. Aunque elle se negara a expresar sus sentimientos en voz alta yo ya sabía que algo había, no sé el qué, pero había un nosotros y nadie podía decirnos lo contrario. No haría todas las cosas que hace si yo no le importase al menos un poco.

Sin mencionar que había aceptado venir a la cena, sabiendo lo que eso suponía. Nadie se había atrevido a presentar a alguien en esa cena que no fuera oficial, al fin y al cabo todo lo sucedido allí era más que confidencial, ¿no?

Como me apetecía romper las reglas.

—Tu hermana está pasando un rato agradable, deberías de estar contento por ella.

—Lo estoy —admití—, no hay nada en el mundo que me guste verla sonreír.

—Entonces deja que se tome su tiempo, las adolescentes suelen ser así de indecisas y eso está bien, se están preparando para una vida adulta que no tarda mucho en llegar.

—Por Dios, Ayker, que lo primordial era escoger un vestido para la cena y ya lleva ropa para todo el curso escolar —señalé con diversión—. Voy a pagar con la tarjeta de mi padre, por supuesto, si lo hago con la mía me quedo en números rojos.

Porque si, desde la mayoría de edad papá nos daba una tarjeta con nuestra propia cuenta para que gestionásemos nuestro dinero. Debía de convencerlo de que no le diera la suya a Calíope cuando lo fuera, porque iba a gastar todo en ropa y sin tardarse mucho tiempo en hacerlo.

En fin, esas cosas sólo pasaban en mi casa.

—Pues no es nada, espérate a que te diga que quiere unos zapatos a juego y unas joyitas brillantes —se burló.

Si, bueno, lo que me faltaba.

—No hay problema, que compre todo cuanto quiera pero que lo haga hoy, que conociéndola ya me veo volviendo aquí mañana solo por algo insignificante —me quejé—. Por cierto, ¿crees que esta noche podemos quedar en plan romántico?

—Define plan romántico y te digo.

Juego con mis dedos sin entender porque Ayker me producía tantos nervios, yo era un tío seguro, por favor... Tenía que comportarme.

—En algún restaurante bonito, fuera... Esta semana se aprecia muy bien la luna, quedaría linda una cenita bajo la luz de esta. No sé, si no es tu estilo podríamos simplemente juntarnos en casa y poner dos velitas en la mesa... ¡O sin velas! Solo la cena y nosotros.

Su risa me tranquiliza, no es para burlarse sino para hacerme entender que me estaba poniendo nervioso por nada, que iba a aceptar aunque ni siquiera cenásemos.

—Me parece genial, Diego —susurró, acunando mi rostro con sus manos—. Siempre tuve ganas de ir al restaurante que tienen los Vélez, si mal no me equivoco, cuando los inauguraron tuvieron muchísimo éxito, hay muy buenos cocineros trabajando allí así que... Podemos hacer una reserva para esta nocheZ

—Con vistas a la playa y todo —admiré complacido—. Perfecto, Ayker, yo me encargo de hacer la reserva. Tú solo encárgate de venir con ropa que se quite rápido, va a ser una cita pero tú será el postre.

Le guiñé un ojo antes de alejarme para darle su espacio, justo cuando mi hermana salió del probador con su nuevo atuendo vestido.

¿Estaría siendo un mal hermano si le decía que el verde chillón no era el color que mejor le quedaba?

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now