Capítulo 35

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Diego de Jesús

Se les ve muy sonrientes cuando llegan al coche con una nueva bolsa en sus manos.

Si, esta amistad me llevaría a la ruina, estaba más que seguro de eso. Había pruebas y cero dudas.

—Déjame a mi antes en casa, al fin y al cabo vosotros vais para el mismo sitio —indicó Ayker.

—Como quieras, pasaré después por ti para ir juntos al restaurante.

—Puedo ir yo en mi coche.

—Eso no es romántico, Ayker, ¿acaso no has visto pelis de amor o qué? —murmuró burlón—. Si te dejo con mi madre seguro que te recomienda un par de novelas turcas, están muy de moda y ella no pudo resistirse a la tentación.

Me miró con incredulidad y me aguanté las ganas de reír. Vale, yo no me imaginaba a Ayker viendo dramas turcos, pero era divertido insinuar que si.

Calíope no tardó en pedirme que pusiera las canciones de David Bustamante, cosa que me hizo lamentarme de mi existencia, odiaba ser el hermano mayor, ¡los pequeños siempre eran los consentidos y a la vista estaba!

Le puse canciones de Bustamante, claro, la otra opción era aguantar sus lloriqueos diciéndome que era el peor hermano del mundo y eso no me apetecía mucho.

Cuando llegué a casa de Ayker no tardó en quitarse el cinturón de seguridad y se inclinó para dejar un beso en mis labios, dejándome el sabor dulce de sus labios pegado a los míos.

—Nos vemos más tarde —susurró antes de girarse a Calíope—. Ha sido un gusto conocerte, señorita, nos veremos pronto.

Le lanzó un beso para después bajarse del coche con aquella bolsa en sus manos, tenía que sacarle información a mi hermana sobre cómo era el vestido para así imaginarme cositas ricas lo que quedaba de tarde.

—¡Mi canción favorita! —chilló antes de que pudiera preguntarle nada, y con eso se puso a cantar "Lo pide el alma" como si la hubiera compuesta ella y la canción le perteneciera.

—Enana, ¿de que color es el vestido que se compró?

Porque ya es hora de seguir al vientooo —entonó, moviendo sus manos como si realmente fuera cantante profesional y las notas altas le salieran de maravilla.

Genial, no iba a obtener ni un poquito de información por su parte, eso sí que era el colmo, ya se había vuelto su cómplice con tan solo pasar unas horas a su lado.

Dime que tienes mala suerte sin decirme que tienes mala suerte.

Tuve que aguantarla a ella y a Bustamante mientras íbamos de camino a casa, nada más llegar fue rápida en bajarse para dejarme a mi a cargo de todas las bolsas. Que hermanita más trabajadora me había tocado. Salí del coche bufando y cargué con estas para después subir tras ella, mi padre vino pronto a mi rescate al ver con que me tocaba lidiar.

—Desventajas de ser el mayor, ¿no? —se burló quitándome alguna bolsa de las manos.

El hijo de puta venía a burlarse, si tan solo hubiera usado protección no tendría a esa criatura desafinando las canciones de Bustamante por toda la casa, pero claro, todo fuera por ser una familia feliz.

—Recuérdame porque no querías tener un hijo solo —resoplé, ganándome una mirada divertida de su parte—. Es que podíais tener sexo sin necesidad de reproduciros, ¿no?

—No le enseñes a tu padre a hacer hijos, Diego —me guiñó un ojo—. El sexo está bien, muy bien, pero no sabes lo bonito que es formar una familia. Eres joven todavía y por el momento solo ves el sexo como un placer, pero llegará alguien a tu vida que te enseñe que hay cosas más bonitas que quitarse la ropa.

Yo ya tenía a ese alguien, pero no podía negar que el sexo pasara a un segundo plano solo por estar enamorado. Quizá en eso papá y yo no estábamos en la misma línea.

—No me interesa formar una familia, elle ya es mi todo —admití—. Siento no poder seguir dando tu apellido, si Cali tiene hijos les va a tocar llevar de primero el del padre y eso hará que desaparezca más temprano que tarde.

—Un apellido no define a una persona, Diego —me devolvió la sonrisa sincera que tanto gusto daba ver en su rostro—. Estoy harto de decírtelo.

—Me quedará claro algún día —murmuré divertido—. Ahora... Voy a necesitar tu ayuda, hoy tengo una cita con Ayker y necesito de tus consejitos románticos porque voy a pedirle que sea mi pareja, no estoy preparado para el rechazo.

Su mirada se volvió brillante, irradiaba orgullo. No podía sentirme mejor al ver que mi padre era feliz por mi y se sentía orgulloso del hijo que había criado.

—No te va a rechazar, créeme, tienes el encanto de tu padre y nadie se resiste a eso —bromeó antes de hacerme sentar para iniciar así una profunda conversación donde hablamos de absolutamente todo, desde cómo debía comportarme en la cena hasta como debía de terminarla.

Claro que también de paso me contó cómo hizo él con mamá, dejándome con una sonrisa tonta en los labios, como siempre que me contaba alguna de sus anécdotas de cuando fueron a Skópelos por primera vez.

Yo no creo en el amor por las películas, creo en el amor por mis padres.

No muchos podían decir lo mismo así que debía de sentirme muy bien con la familia que me había tocado para poder hablar tan bien de ella.

—Ese restaurante terminará siendo el lugar típico donde la gente se proponga noviazgo, si mal no recuerdo Zaid también le pidió a Killian que fuera su novio allí —se rio, pasándose una mano por el cabello—. Y yo que le dije que practicaría dándole consejos románticos para cuando mi hijo acudiera a mí con las mismas dudas...

—Si a Zaid le fue bien, a mi me tiene que ir mejor —alcé mis mentón con altanería—. Me voy a dar una ducha, tengo que ponerme guapo para mi cita. Gracias por tanto, papá.

Dejo un beso sonoro en su mejilla antes de levantarme y dirigirme a la habitación con una sonrisa imborrable de mis labios.

Que felicidad.

Caricias NegociadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora