Capítulo 31

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Diego de Jesús

Estoy en la habitación de la limpieza, con el palo de una escoba molestándome en la espalda mientras Anxo me empujaba contra la pared solo por hacerse el machito.

No quería formar un escándalo, de lo contrario apartaría su cuerpo sin ninguna dificultad y le explicaría un par de cosas sin necesidad de abrir siquiera la boca.

—¿De qué coño vas, Diego? —espetó, tuve que apartar el rostro para que no me escupiera en la cara, de lo furioso que se veía se le podía escapar la saliva con facilidad.

—Bueno, podría hacerte exactamente la misma pregunta, eres tú el que me tiene contra la pared de manera amenazante, ¿eh? —recurro al humor, como de costumbre.

Eso siempre solía funcionar porque yo me relajaba y él se cabreaba más, la dupla galáctica.

—No te hagas el pendejo conmigo —gruñó con rabia—. Si a esos malparidos les pareció verdad todo lo que dijo tu padre es cosa suya, yo sé que tú has tenido algo que ver, es mucha coincidencia que pase justo después de que sepas lo del vídeo, ¿no?

¿Coincidencia? No lo creo.

Perdón, me pongo serio, este wey no está para bromas y no soportará mi humor.

—Las coincidencias no existen conmigo, Anxo —le guiñé un ojo mientras llevaba mis manos a sus brazos para alejarlos de mi cuerpo sin ningún tipo de suavidad—. ¿Qué quieres que te diga? Si, fue cosa nuestra, no soportamos a las ratas como tú, que quieren hacerse ver solo por tener un apellido importante. ¿Pero sabes qué? No eres nadie. Ya hablaremos cuando tengas algo por tus propios méritos y no por... No sé, chantajes como vídeos sexuales o algo así.

—¿Me acabas de llamar rata?

Si, claro.

Rata inmunda
Animal rastrero
Escoria de la vida
Adefesio mal hecho...

—¿Tengo que llamarte también sordo? —inquiero, riendo cuando veo que intenta golpearme de nuevo.

Si este hijo de puta se piensa que va a destrozar algo de mi perfecta cara está muy equivocado.

—Escúchame, Anxo —pedí, intercambiando lugares para así dejarlo a él contra la pared—. Olvídate de que tuvimos encuentros, si los echas de menos no creo que te sea muy difícil encontrar a alguien con quien sacarte las ganas, pero de mi te vas olvidando. Haz como si no nos conociéramos, porque si intentas tomar venganza lo de hackear el sistema se quedará realmente corto, no tienes nada que hacer contra mi.

—Hablas de mi, pero tú eres igual —sisea—. Te crees mucho por tu apellido.

—Yo lo llevo de manera honrada, no me hizo falta amenazar a nadie ni nada, suelo tener buena relación con los socios, es una pena que vayas a ser la excepción porque después de lo sucedido nadie volverá a confiar en tu padre, ¿eres consciente de eso? —sonrío de manera hipócrita, se lo merecía y si papá podía hacerse el hijo de puta, yo no iba a ser menos—. La empresa estará en quiebra antes de que llegue la semana que viene, acuérdate de lo que te digo. Tendrás que buscarte la vida de otra manera.

—Tus amenazas no me afectan.

—Pero si ahora no te estoy amenazando, guapetón —apreté sus mejillas—. Solo estoy señalando una realidad. Ahora, si todo ha quedado claro entre nosotros, me despido. El olor a lejía no combina mucho conmigo, si te soy sincero.

Quise reírme de mi propio chiste y de lo malo que era, pero es que a mi si me hacían gracia estas cosas, de lo contrario no las diría.

Le guiñé un ojo con diversión antes de voltear y caminar hasta la puerta, pero antes de tomar el pomo con mi mano sentí como el palo de la escoba se rompía en mi espalda.

Oh, mierda.

Empleando armas en el campo de batalla, que profesional.

Yo no las necesitaba.

—¿Realmente creías que funcionaria? Se nota que no viste pelis, las escobas son para escapar, se utilizan como arma de huida, no como arma de ataque —me burlé, dándome la vuelta para enfrentarlo de nuevo.

Mi puño se cerró en su camisa y lo estampé contra la pared una vez más, sus manos volvieron a mi brazo para alejarme. Estaba viviendo un deja vu o algo por el estilo porque esto me recordaba a la escena que protagonizamos en el hotel.

Detecto como su pierna intenta abrirse paso entre las mías, pero antes de que lo haga levanto yo mi rodilla para golpear su entrepierna, haciéndolo gemir de dolor.

Espero no dejarlo sin descendencia, ser cruel tampoco era mi punto fuerte.

Lo suelto para dejar que se caiga al suelo y lleve sus manos a la zona afectada, no iba a pedirle disculpas, no después de que me rompiera una escoba en la espalda.

Salgo como si nada y me aseguro de cerrar la puerta como si nada hubiera pasado, después saco el teléfono de mi bolsillo para actuar de manera casual pero tenía ya unas cuentas llamadas perdidas de Ayker. Vaya, se había dado de cuenta de que algo pasaba con Anxo, admiraba su inteligencia. Cualquier otro no le habría prestado atención y diría que seguramente había ido al baño o algo por eso estilo.

—¡Diego! —la voz de mi padre llega a mis oídos justo cuando me encamino a su despacho—. Estábamos preparados, por un momento pensamos... —un quejido se escapa de mis labios cuando me da una palmada justo en la zona afectada. Gracias, papá, tú si que sabes—. Quítate la camisa.

—Papá, ya sé que quieres presumir del cuerpazo que tiene tu hijo, pero no es momento —murmuré divertido—. Estoy bien, de verdad que si, Anxo y yo hablamos pero ya está todo más que solucionado, no debes de preocuparte. ¿Dónde está Ayker?

—Buscándote —señaló—. Si tú quieres ir de guay creyendo que estás bien, adelante, pero si ese cabrón te ha golpeado deberías de tratarte antes de que vaya a peor.

—¿Golpearme? El que debería de tratarse es él, le di una patada en los huevos que quizá influya en su capacidad de reproducción, pero nada del otro mundo —hice un gesto para restarle importancia y sonreí al ver a Ayker subiendo las escaleras—. Ahora, si me disculpas, me iré con mi pareja. ¡Por cierto! Esa actitud de hijo de puta deberías sacarla más a menudo, te ves como el puto amo y te queda condenadamente bien.

Lo vi esbozar una sonrisa antes de dirigirme a Ayker, el alivio fue más que evidente en su rostro cuando me vio.

¿En serio me tenían tan pocas esperanzas contra Anxo?

Era ofensivo que dudaran de mis habilidades.

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now