Capítulo 32

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Ayker Evans

Diego estaba bien, eso ya era un alivio para mí, por un momento llegué a pensar que los Aguilar tenían alguna mafia detrás de su empresa y que lo habían tomado para crear su venganza.

Y hablando de venganza, yo debía de empezar también con la mía, pero todavía no tenía ni la menor idea de cómo hacer eso. Quizá debía de pedírselo a mi suegro, que se le daba de puta madre y sabía quedar de lujo, me hacía dudar de que esa fuera la primera vez en hacer algo así.

—¿Tenemos planes para hoy? —le pregunté, acariciándole la mano con mi dedo pulgar.

—Yo si —hizo un mohín con sus labios—, pero me encantaría que me acompañaras, a decir verdad ella estará más que contenta de que estés ahí.

—¿Ella?

—Calíope, mi hermana pequeña.

—La fan de Bustamante, recuerdo —solté una risa al recordar los gustos de la adolescente, la verdad es que me imaginaría de ella cualquier otro cantante, pero no iba a criticar por nada del mundo, estaba apoyando a un artista de mi tierra y eso era todo un lujo—. No voy a robarte tiempo con tu familia, que quede claro.

—No es robarme tiempo si estoy con ella pero también contigo a un mismo tiempo, son todo ventajas —mordió su labio inferior y alzó sus cejas de manera divertida, tratando de convencerme—. Pasaré por ella más tarde, mamá no está en casa porque tiene que ayudar a su hermano Víctor en algo, pero papá prometió que saldría antes del trabajo para estar en casa cuando pase por ella.

—Con tu padre si que tenía que hablar —chasqueo mis dedos—. Podemos hacer un dos por uno.

—Eso más bien es aprovecharse de la situación, pero valdrá la pena si después aguantas a mi hermana de compras.

¿De compras?

No, por favor, si ya con Diego tenía más que suficiente no me quería imaginar cómo sería con una adolescente.

Llegaría con dolor de cabeza a casa porque odiaba ir de compras, lo hacía porque era necesario, pero en realidad lo odiaba. No sabía demasiado de niñas, pero podía casi asegurar que no había cosa que le gustara más que ir a gastar el dinero de los padres en ropa de temporada que se pondrían como mucho una vez al mes.

Que ilusión.

Venga, no puede ser tan malo, solo era la hermana de Diego, como mucho sería esa versión rebelde pero en femenino y eso me hacía sonreír sólo de pensar en ello.

—Ahora dime, ¿qué tienes que hablar con mi padre que no puedes hablar conmigo?

—No dije que no pudiera hablarlo contigo, solo que a tu padre se le ve más fresco en esto —admití, encogiéndome de hombros—. Destrozó a los Aguilar, que haga lo mismo con los Evans, que simplemente borre todo cuanto tienen.

—Si hace eso te borra a ti también, no voy a permitir algo así, quieras o no sigues llevando su apellido.

—Los apellidos son fáciles de cambiar.

—No digas tonterías, puedes hundir a tu padre sin necesidad de manchar el apellido que tienes —señaló—. Sabes de la reputación de tu padre, húndelo como eso, puedes venderle esa información a cualquier periodista y haría titulares maravillosos, él se verá demasiado ocupado tratando de limpiar su imagen y tú atacarás elevando tu nombre. Mi mejor amigo Demian es buenísimo con esto del periodismo, puede echarte una mano siempre que se lo pidamos, creo que es el más indicado para hacer pedazos a alguien.

Se notaba que era digno hijo de su padre, ¿no?

Cada quien se ajustaba a sus problemas para buscar una solución rápida y eficaz. Tal vez había tenido una imagen errónea todo el tiempo y el chico siempre había tenido los huevos bien puestos para saber manejar situaciones.

Ese Diego me gustaba, vaya que si.

Hablamos poco más del tema porque pronto se hizo hora de pasar a por Calíope, yo ya no tenía nada que hablar con Zabdiel pues íbamos a poner en marcha el plan de Diego y cruzaríamos los dedos para que funcionase. Si él confiaba en Demian yo también lo haría.

Calíope era una versión de Keshia, así como Diego lo era de Zabdiel.

La niña tranquilamente medía más de metro y medio, más que las de su edad, en eso sí que podía parecerse a su padre que era bastante alto.

—Tú debes de ser Ayker —sonrió—. Te busqué en Instagram y todo, ¿eh? Me caes bien porque vi que seguís a David Bustamante y a mi él me gusta mucho, es genial compartir gustos con alguien.

Me tuve que morder los labios para evitar reír, la pequeña stalker me había aceptado más rápido de lo que pensaba. Mejor para mi.

—Y tú debes de ser Calíope, la guapa de la familia —murmuré divertida, haciéndole reír.

—Si, esa soy yo, menos mal que nos acompañas porque Diego no tiene sentido de la moda y yo necesito ponerme guapa para conquistar a Nando.

—¿Para conquistar a quién? —preguntó su hermano, alzando sus cejas.

—A Nando, es que Demian ahora tiene novia... Y Nando se puso muy guapo este verano, así que tengo que aprovechar mientras está soltero.

Diego estaba pálido, debía de ser duro para un hermano mayor que su hermana pequeña ya anduviera con intenciones de ligarse a uno de sus amigos.

—Tranquila, lo importante es que estés guapa para ti y no para nadie —indiqué—. Una chica segura de sí misma vale mucho.

—Yo soy segura, solo falta que él ponga sus ojos en mi, así cuando cumpla los dieciocho nos podemos casar y también tendremos hijos, si es una niña le llamaré Tokyo y si es un niño le pondré Río, como los de La casa de papel.

Yo intentaba procesar la información toda que me estaba tirando, pero Diego estaba mucho más atontado que yo, no podía reírme en una situación así.

—¿Qué? —sacudió su cabeza—. Déjate de bromas, tú no vas a casarte con nadie y menos con Nando... ¡Con Nando! Es que no, no, no...

—Claro que si, yo lo amo —se defendió.

—¿¡Lo amas!? —cuestionó escandalizado.

—Si, por supuesto.

—Calíope, por favor, me va a dar un infarto como sigas hablando, creo que lo mejor será que te calles y vayamos a comprar lo que sea que quieras... ¡te compro la tienda entera si con eso consigo que no me hables más de Nando! —se lamentó, pasándose una mano por la cabeza.

Bueno, quizá no sería tan aburrido como pensaba que sería, tenía pinta de que Calíope venía con dramas adolescentes que me harían reír.

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now