Capítulo 25

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Diego de Jesús

Ya está, ya se lo había dicho, ya no tenía más que temer. No me expresé del todo bien, me guardé muchísimas palabras que me gustaría haberle dicho, solo dije lo esencial.

Te amo.

Dos palabras, un sentimiento enorme que nunca me había atrevido a expresar. Me asustaba un montón sentirme así, como nunca antes lo había hecho, quizá creía haber confundido este sentimiento pero es que ahora era cada vez más intenso y yo, pobre pendejo, temía más que nunca.

Porque mi lugar era aquí, a su lado. Porque Ayker me pintaba los días grises de color pasión. Me besaba los labios aunque los míos estuvieran amargos como el café que le gustaba tomarse por las mañanas. Me miraba los ojos como yo miraba los atardeceres más bonitos.

Era Ayker, no había más. Porque sólo Ayker me provocaba tantas cosas sin necesidad de forzar nada, sin opacar equis cosas, sin tratar de eclipsar mi propia luz.

Porque me había enseñado que yo también podría brillar con luz propia. Me había enseñado canciones que no podía parar de cantar ni un solo segundo. Pero sobre todo me enseñó a vivir sin miedo y sin complejos.

Y eso es amar. Porque el amor son lecciones y sobre todo es libertad.

Le acaricié el cabello antes de levantar la cabeza en busca del reloj, habíamos dormido poco, yo adoraba con todas ls fuerza de mi cuerpo dormir, pero ese día se me había quitado el sueño todo. Era feliz. Quizá por no cargar con la pesadez en el estómago de querer decir algo y no poder hacerlo.

Así que sin más dudar me levanté y fui directo a la ducha, odiaba las duchas por las mañanas, pero me acordé de eso cuando me estaba enjabonando una de mis piernas. No le di importancia, no iba a centrarme en eso, lo importante era que me sentía más liberado que nunca y nada ni nadie iba a cambiar eso.

Salí con una toalla envuelta en la cintura y busqué mi ropa para así vestirme, no eran ni las nueve de la mañana, mi padre se sorprendería gratamente si se enteraba de que estaba madrugando. Incluso me sentí tentado a enviarle un mensaje, pero en cuanto cogí el teléfono en mis manos se me bajó la tensión del todo.

Un vídeo.

Un jodido vídeo.

Un vídeo enviado por nada más y nada menos que Anxo.

Se me aceleró el pulso de inmediato y entré en su contacto para ver en cuantos problemas me había metido.

—¿Ya estás despierto? —la voz adormilada de Ayker hizo que el teléfono se me cayera de las manos en el momento que el vídeo se empezó a reproducir.

Un vídeo que no sabía que existía.

Un vídeo donde tenía la polla de Anxo en mi garganta.

Joder, estaba en grandes problemas.

—¿Diego?

—Ayker... —me tembló la voz al decir su nombre, estaba asustado, no sabía como había sido grabado ese vídeo cuando el hotel era de mi padre.

Mi padre. ¿Que opinaría de mi si viera eso? ¿Cómo iba yo a explicarle, ya no solo de mi bisexualidad, sino que me follaba a los hijos de sus socios?

Elle se levantó con rapidez al darse cuenta de la situación y me tomó el rostro con ambas manos para buscar mi mirada, llena de miedos e inseguridades.

—Hey, estoy aquí, mírame —pidió, apoyando su frente con la mía—. Sea lo que sea que acaba de pasar, vamos a solucionarlo, no seas un llorica ahora.

Me besó los labios con suavidad antes de agacharse para recoger mi teléfono del suelo.

—¿Tu ex?

—No exactamente, es Anxo Aguilar, es hijo de...

—Conozco a Anxo Aguilar, no necesito una ficha de presentación —me interrumpió, poniendo su mano en mi hombro—. ¿Tiene algo más en tu contra aparte de un vídeo sexual?

—No, no que yo sepa, ni siquiera sabía que había este vídeo y... Maldición, Ayker, si publica esto me voy a ver en problemas, ¡no quiero que mi padre tenga problemas por mi culpa!

—Escúchame, amor, he dicho que lo vamos a solucionar, tú y yo, tu padre no tiene que enterarse, ¿vale?

Mi padre siempre se enteraba de todo, no importa si yo no le decía nada, él lo acababa sabiendo de todos modos. Había sido así siempre y estaba seguro de que con eso pasaría lo mismo.

Y prefería contárselo yo antes de que viera cómo le chupaba la polla a alguien que estimaba.

—Tengo que decírselo —susurré, sintiendo como las lágrimas comenzaban a brotarme de los ojos—. No sé cómo pero tengo que hacerlo, mi padre lo es todo para mi, no puedo perder la confianza que él me tiene por haberla cagado de esta manera.

—Diego, disfrutar de tu sexualidad no es un problema y eso cualquier padre del mundo debería de entenderlo.

Eso lo entiende, sé que si, pero no estábamos en el mismo jodido punto y se me estaba haciendo complicado la simple idea de tener que explicárselo también a Ayker. Técnicamente era la persona con la que estaba ahora, era muy jodido que estuviera en esta situación, literalmente acababa de verme con la polla de un tío en la boca. No quería imaginarme como me habría puesto si la situación hubiera sido al revés.

Que mierda.

—Quiero irme a Estados Unidos, necesito hablar con mi padre, siento haber arruinado nuestras vacaciones aquí —sollocé, esta vez envolviendo su cuerpo con mis brazos.

Me devolvió el abrazo de una manera cálida y necesaria, sentí que sus brazos eran el cielo en ese momento, jamás creí que llegaría a necesitar tanto un abrazo como hasta ese momento.

Ayker me llevaba a la tranquilidad cuando lo necesitaba, una razón más para decirle "te amo" cuando fuera conveniente, no ahora que me estaba ahogando con mis propias lágrimas.

Mi mente no daba para más, estaba buscando mil maneras de explicarle a mi padre lo sucedido e imaginando cómo serían sus reacciones. ¿Se enfadaría conmigo? ¿Se sentiría decepcionado? ¿Movería el cielo entero solo para protegerme?

¿Qué harás, papá?

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now