Capítulo 29

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Diego de Jesús

Estaba más relajado que nunca, si decía lo contrario mentiría, claro que no podía imaginarme a papá como el villano de una serie de Marvel, pero a la vista estaba que solo a alguien así se la ocurriría hackear el sistema de los Aguilar solo por borrar un vídeo porno.

En fin, privilegios.

El baño de Ayker era pequeño, completamente blanco, tenía solo lo necesario. La bañera parecía estar hecha para una sola persona, sin embargo, ese día íbamos a ser dos. Ni modo, elle había pedido eso, ¿no? Un baño relajante con agua de color bonito, espumita y un bombón como yo esperando dentro.

Metí mi mano dentro para controlar la temperatura, estaba bien, al menos bien para mi. No tenía jacuzzi, así que tendría que conformarse con lo que le estaba ofreciendo dentro de las posibilidades. Me deshice de mi ropa y me metí en esta, sintiendo al instante como el calor me destensaba los músculos todos del cuerpo. Ayker tenía razón en que eso era lo que veníamos necesitando, eh.

No sé qué tanto podía estar hablando con mi padre, tampoco me preocupaba, solo el hecho de que hubiera cosas ridículas de mi vida que prefería que siguieran en secreto. ¡Suficiente había tenido con que supiera que le había roto la defensa a su antiguo coche! Ahora me vacilaría de por vida por ese pequeñísimo detalle. Bueno, pequeñísimo detalle que le costó más de doscientos mil dólares solo por ser un coche de alta gama y las marcas se aprovechaban de eso, de lo contrario no habría costado ni la mitad, tampoco había sido un golpe tan feo.

—¿Diego? —la pregunta llega antes de que la puerta se cierre, soy rápido en terminar el vino que me había servido y dejo la copa vacía en el suelo antes de escuchar sus pasos acercarse. Una sonrisa dibuja sus labios cuando ve que todo está más que listo—. Un chico guiado, así me gusta.

Se acerca para dejar un beso en mis labios y toma la copa para servirse también un trago, le sonrío cuando me guiña un ojo al hacerlo, era obvio que me estaba dando el visto bueno. Había elegido bien, menos mal.

Después de bebérsela la volvió a dejar en el mismo sitio y se separó un poco solo para deshacerse de su ropa y darme un espectáculo que incluso calentó el agua más de lo que ya estaba. Tenía un cuerpo que haría temblar a cualquier ser humano, yo no era la excepción.

—Ven aquí —susurré extendiéndole mis brazos para que se acomodara entre ellos, su cuerpo entre mis piernas, su espalda pegada a mi abdomen y su cabeza recostada en mi hombro.

—Gracias por esto, lo necesitaba —susurró.

Yo también, la verdad, tener su cuerpo desnudo en una bañera era justito lo que venía necesitando. Enredé mis brazos en su cintura y dejé un beso en su sien para después arrastrar mi nariz hasta su cabello y aspirar el aroma dulce de este. Como me gustaba. No era ni medio normal.

Ya me había declarado, ya le había hablado a Demian de elle, mis padres también le conocían... ¿Cuál era el siguiente paso para que viera que iba en serio? La cena. ¿Cómo iba a decírselo sin que me mandara a la mierda? Ahí estaba la cuestión.

No me había respondido todavía, no sabía en qué punto estábamos, solo me dejaba llevar por su consejo de disfrutar... Disfrutaba de su cuerpo, de sus manos, de su tacto, de su voz, de la paz que me daba, de su simple presencia, de todo lo que tenía que ver con elle.

No sabía si a elle le pasaba lo mismo conmigo.

—Ayker —llamé su atención, pero ni siquiera abrió los ojos, se limitó a responderme con un sonido gutural—, tú sabes que eres una persona importante para mi, ¿verdad?

—Lo sé, Diego, ¿a que viene esto?

—Quiero pedirte algo —aclaré mi garganta antes de seguir hablando—. No te asustes, no voy a pedirte matrimonio, no soy tan precipitado —con solo decirlo creo que le vuelve el aire al cuerpo, no sé si reír o preocuparme—. Quiero invitarte a cenar.

—¿Invitarme a cenar?

—Si, bueno... No es nada del otro mundo, solo será una cena con mis padres, mis amigos y los padres de mis amigos.

—Una cena de magnates, ¿eh?

—No —negué con la cabeza—. Una cena de familia. Tú ya me presentaste a la tuya en una cena, es mi turno de hacer lo mismo.

—Ya, pero mi familia son mi padre y mi madre.

—La mía también... Y mis hermanas pequeñas —agregué con una sonrisa—. Y mis tíos junto a sus respectivos hijos. Digamos que somos una familia de más de veinte miembros, no es tanto.

—La familia más poderosa no solo de Estados Unidos sino del mundo entero, no me quiero imaginar como serán las cenas navideñas —se burló, haciendo que echara mi cabeza hacia atrás, descansando mi nuca en el borde de la bañera.

—Si no quieres venir solo dímelo, no tienes que poner excusas para que no me sienta mal ni nada por el estilo, sé aceptar la realidad.

Prefería eso a que viniera y no se sintiera bien allí. No todo el mundo podía sentarse con los más grandes como si fuera lo más normal del mundo, lo respetaba. ¿Pero Ayker? Ayker había nacido para comerse el mundo y no me esperaba que negara la invitación por quienes fueran a estar allí sentados.

—¿Estás seguro de esto, Diego?

—Claro que estoy seguro, quiero hacerlo, quiero que vengas conmigo —murmuré con obviedad, sintiendo como los dedos me empezaban a temblar en su cintura.

—Sé lo que significa esa cena y no quiero que te arrepientas.

—Y yo sé tomar decisiones mí mismo, así que deja de darle vueltas al asunto y dime que si.

La propuesta quedó flotando durante unos segundos, mi corazón martilleaba con fuerza, estaba seguro de que podía sentir los latidos en su espalda sin tener que esforzarse mucho. Luego volteó y asintió con la cabeza.

¿Si?

—Si, Diego, iremos a esa dichosa cena juntos.

¡Si!

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now