Capítulo 13

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Diego de Jesús

Me estaba babeando.

Fui consciente de ello en cuanto abrí los ojos y sentí algo pegajoso en mi mejilla derecha. Sin embargo, lo peor no fue eso... Lo peor fue ver que Ayker estaba en el sofá de enfrente y probablemente me había visto.

Me iba a morir de vergüenza.

—¿Te encuentras mejor? —me preguntó, ladeando su cabeza con cierta preocupación.

No iba a decirle que no era la primera vez que me emborrachaba porque si lo hacía quedaría todavía peor y no me apetecía seguir cagando la situación. Suficiente había tenido con babearle el sofá.

—Estoy bien, Ayker, pero no hablemos ahora de mi... —aclaré mi garganta—. ¿Qué ha pasado? Puedo estar con resaca pero no soy tonto. ¿Tiene que ver con tu padre?

—Algo así, pero no hablemos tampoco de eso, no es un asunto en el que debas de involucrarte tú, suficiente tengo yo —agitó sus manos en el aire y se levantó, queriendo evitar el tema—. ¿Estás seguro de que estás bien? ¿No quieres que te traiga nada?

Y para que Ayker Evans evite un tema tiene que ser este muy gordo, porque elle solía ser la persona más directa del mundo mundial.

Con razón a Demian le parecía un misterio.

En el fondo también tenía sus secretitos... Y aunque nunca me importaron demasiado los secretos de los demás, pues todos tenemos derecho a tener los nuestros y es cuestión de privacidad, en estos momentos me estaban interesando los suyos.

—Lo único que quiero es que hablemos —pedí, acomodándome en el sofá—, por favor.

—Diego, te agradezco la preocupación, pero hazme caso cuando te digo que involucrarte no será nada bueno... Y no quiero que tú también salgas perjudicado de una batalla a la que no perteneces.

—Ayker...

—¡No! —me señaló con su dedo índice como advertencia para que me callara—. Mi padre es un cabrón de primera... Sé que el tuyo no permitiría que te hiciera nada, pero es mejor prevenir que curar.

—Estoy contigo, Ayker —susurré—. Me da igual lo que digas, yo voy contigo a donde sea y para lo que sea, si para ello tenemos que ir contra tu padre... ¡Vamos contra tu padre! Pero no me dejes fuera de tu vida solo para protegerme, eso no te servirá de absolutamente nada. Yo no necesito que me protejan.

Y quizá elle si, porque al fin y al cabo era su padre, y por mucho que se resistiera siempre le iba a tocar la fibra sensible porque se trataba de un miembro de su familia, con el que había crecido y al cual estaba acostumbrade. Yo no tenía porque tener piedad con ese señor, al contrario, si le hacía daño a quien yo quería tenía que aplicarle un poco de su mismo juego.

Por la mirada de Ayker sabía que no estaba de acuerdo conmigo y que si me contaba lo que pasaba lo haría de mala gana.

Pero lo haría, que era lo importante.

—Estás conmigo —repitió, regalándome una pequeña sonrisa—. Si, eso suele decir la gente, pero finalmente nunca están, o están por un tiempo y después se van, dejando un vacío tremendo en su lugar. Las personas se cansan ya de oír eso. Si quieres estar, estate, pero no hace falta que lo digas, hace falta que lo demuestre.

¿Quién le había hecho tanto puto daño?

Siempre me quejaba de mi vida y a decir verdad no sé porque, está claro que cada quien tiene sus problemas pero los suyos superaban a los míos por mucho. Yo no podía quejarme de una familia rota, porque era en comparación a otras una de las que tenía más amor, no podía quejarme de dinero, no podía quejarme de salud, no podía quejarme de amistades...

Y así, en pequeñas cosas, es donde me daba cuenta de que me quejaba de vicio.

Pues quejarse por amor no contaba, ni siquiera podía decir que era amor... ¿Estaba enamorado de Demian? ¿Alguna vez lo estuve? ¿O solo confundí mi bisexualidad porque el tío es guapo y es mi mejor amigo?

No lo sé, pero tampoco estoy en posición de querer comprobarlo porque me interesaba alguien más.

—Estoy dispuesto a demostrártelo —admití, levantándome para acercarme a elle—. Pero no podré hacer nada si no empezamos a contarnos las cosas.

—Tú también tenías algo que contarme, ¿no?

Si, pero no.

—No evites el tema —advertí—. Háblame de lo que ha pasado hoy.

Toma una profunda respiración y después asiente ligeramente antes de empezar a hablarme de un supuesto hermano del que no tenía ni idea y de lo que su padre había hecho. No conocía a ese señor, pero Ayker hablaba con la firmeza de que podía ser cierto, y que desconfiaba más de su padre de lo que desconfiaba del chico que le había llamado.

—¿Y que haremos?

—He intentado llamar a mi padre mientras dormías, pero no ha respondido a ninguna de mis llamadas —suspiró—. Así que no lo sé, quizá deba de viajar a España para hacerle frente y que no se esconda.

—O podemos hacer que venga él aquí.

—Ya, también podemos hacer eso, pero sé que tienes en mente pedirle ayuda a tu padre y no haremos tal cosa. Basta de involucrar a terceros, Diego, hay que saber ser adultos.

Ser adulto estaba sobrevalorado.

Estaba más chingón ser un niñato, aunque hubiera que cargar con los que te llamaban inmaduro y esas mierdas.

—Hagámoslo entonces a tu manera, ¿cuando nos vamos a España?

—¿Tan rápido te incluyes en el viaje? —inquirió alzando sus cejas con cierta diversión.

—Pue claro, ya sabes que estamos juntos en esto, no dejaré que te vayas a España sin mi —le sonreí—. Además, puedes presentarme a tu familia como tu novio antes de hacerles el numerito, estoy seguro de que les encantará.

La idea pareció gustarle porque sus ojos brillaron con malicia.

Je, je...

A ver ahora como le explicaba a mis padres que me marchaba para España con mi pareja solo para hacerle frente a mi suegrito.

Les iba a encantar la idea, por supuesto.

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now