Capítulo 23

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Diego de Jesús

Ayker de mal humor se veía sexy.

Claro que no le iba a decir eso en voz alta porque me miraría mal e incluso se enfadaría más. A veces simplemente era mejor guardarse las opiniones para uno.

Saqué mi teléfono del bolsillo al sentirlo vibrar. Anxo Aguilar me estaba enviando mensajes con mucha urgencia, ni siquiera le tomé importancia, todo había quedado claro entre nosotros dos y no estaba para sus jueguitos de niño rico que oculta su homosexualidad con ropa de marca y en eventos lujosos.

Me valía tres hectáreas de verga lo que le pudiera pasar a este wey.

Bloqueé el teléfono y volví a guardarlo, nuestro último encuentro no había sido para nada agradable y tampoco quería que la cosas se volvieran a salir de control. Si hubiera dicho alguna gilipollez más le habría hecho daño sin pensármelo dos veces y eso no estaba bien, yo no era un tipo violento.

Además, ahora estaba con alguien que me gustaba de verdad, aunque solo fuera sexo casual separado de los negocios, me importaba lo suficiente como para no cagar las cosas entre nosotros. Si, elle había usado el término "novio" en más de una ocasión, pero fue sin duda para salir del apuro y no dar una explicación de cuál era nuestra verdadera relación. Aunque yo si quisiera eso, tampoco me atrevería a decirlo por temor a arruinarlo.

Hacíamos cosas como cualquier otra pareja, ¿no? Fuimos de compras, cenamos en casa de sus padres, paseamos de la mano y nos enfrentamos a los paparazzis juntos. Eso se podría considerar ya algo.

—¿No vas a responder? —preguntó Ayker en cuanto aparcó el coche.

—No es importante.

—Nadie se molestaría en llamar si no fuera importante —señaló.

—En realidad hay mucha gente subnormal por el mundo que cuando se aburre solo piensa en molestar a los demás.

Me miró casi con burla, había empleado un tono que no era común en mí y le había hecho gracia. No podía ser para menos.

—No me digas que se trata de algún o alguna ex —alzó sus cejas, provocándome—. No soy una persona celosa, puedes responder, o bien me puedes dejar a mi que responda si lo que quieres es que te salga de encima.

No era una buena idea dejarle el teléfono a Ayker, no después de la contestación que le había dado a los periodistas hacía apenas quince minutos.

—Ninguna de esas dos cosas, vamos a bajarnos del coche, subiremos a tu habitación y dejarás que te folle. Si mal no recuerdo, todavía llevas ese conjuntito tan mono de la tienda y no hay cosa que me apetezca más que arrancártelo con los dientes.

—Estás buscando una distracción.

Si

—Llevo queriendo hacer esto desde que te vi con él puesto.

También.

—Entonces no te haré esperar más —susurró guiñándome un ojo antes de salir del coche, invitándome a hacer lo mismo para después seguir sus pasos y entrar en la casa. Una vez que cerró la puerta tras nuestros cuerpos me tomó de la mano para llevarme a la habitación que compartíamos, es decir, la suya.

Mis manos buscaron su cuerpo, en concreto sus prendas para quitárselas y dejar su cuerpo semidesnudo solo con aquel conjunto que no dejaba nada a la imaginación.

—Joder... —exclamé, mirando lo bien que le sentaba, solo con eso se me estaba poniendo la polla dura bajo los pantalones.

Ayker lo notó, pues su mano fue directa a mi entrepierna para darle un ligero apretón, haciéndome gruñir. No tenía buenas intenciones y eso es justo lo que yo esperaba de elle.

—Soy todo tuyo, Ayker —susurré, sabiendo cuáles serían sus siguientes pasos.

—Lo sé, Diego, soy muy consciente de eso —farfulló al dejarse caer de rodillas justo delante de mis.

Alzó la mirada, conectando sus ojos con los míos, elle si que sabía como brindar imágenes eróticas en poco tiempo y sin pensarlo mucho. Sus manos son ágiles para quitarme el pantalón y bajarme el bóxer, no era yo el único ansioso. Tomó mi polla con una de sus manos y se la llevó a la boca, de mis labios se escapó un gemido, de los suyos un jadeo de aceptación. Su boca era cálida y me envolvía de una manera deliciosa.

Empuje mis caderas en el momento exacto que mi mano buscó su cabello. Quería follarle la boca, claro que quería, pero no iba a hacerlo a menos que Ayker quisiera.

Sus tetas rebotaban al ritmo que se movía y mis ojos no sabían a dónde mirar. Me centré en sus labios, en como cubrían mi polla y se deslizaban por mis centímetros. Una fricción tan rica que me empezaban a doler las pelotas.

Le sostengo la mirada cuando siento que estoy a punto de explotar, Ayker también se aturde pero se dedica en cuerpo y alma a darme la mamada más memorable que me hayan hecho jamás. Mi mano se tensa en su cabello y antes de que pueda darme cuenta ya me estoy corriendo en su boca mientras gimoteo su nombre una y otra vez.

Se separa unos centímetros, relamiéndose los labios como si acabara de comer su comida favorita y no quisiera perderse el más mínimo detalle del sabor.

Le extiendo la mano para que se levante y mis labios van directos a los suyos, sin importar qué hace tan solo segundos mi polla estuviera en ese lugar, necesitaba ese beso con todas las fuerzas de mi jodido cuerpo.

—No te quites ese conjunto, solo ponte en cuatro para mí —le susurro tras chuparle el labio inferior con mis dientes.

—Te vas a poner mandón, ¿eh? —inquiere, sonriendo con picardía para después acatar mi mandato.

En cuanto sus rodillas se clavan en la cama separa sus piernas y desde la distancia veo como aquellas diminutas bragas piden a gritos ser arrancadas, las tenía empapadas, haciendo que se transparentase mucho más.

Tuve que persignarme antes de acercarme, mi lengua tenía una trabajo que cumplir que a los de arriba no les iba a gustar mucho.

Amén.

Caricias NegociadasWhere stories live. Discover now