Capítulo 12

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Hazal




Acomodamos nuestra ropa y nos acercamos a la puerta, sonrío una última vez como estúpida y cubro mi cara.

—Nada de eso —quita mis manos de mi rostro.

—Estoy sonrojada—admito desviando la mirada.

—A mí me gusta verte sonrojada.

—Ya...

Abre la puerta y estamos por salir ambos, cuando una figura, una persona, nos detiene. Nuestros sonrisas se borran dejándonos duros como piedra ante la sorpresa.

Es igual que la niña, solo que tiene ojos marrones. Entonces veo que, ciertas características físicas de ella, tienen los niños.

<<De seguro ha de ser la estúpida de su madre>>

Me estudia con la mirada de forma despectiva y luego a Serkan.

—Tenemos que hablar—suelta entrando al despacho.

Nos miramos una última vez, veo el desagrado en su mirada. Niega y se da la vuelta, pero antes de que cierre la puerta, acaricio su mano para darle mi apoyo, aunque, no sé qué puedo hacer del otro lado.

Voy hacia el vestíbulo cuando escucho ruidos extraños, es decir, peligrosos, me traen recuerdos y....no necesariamente bonitos.

Subo rápidamente hasta llegar a la puerta de donde provienen los ruidos. La habitación de Daxen. 

Abro lentamente y asomo mi cabeza. Ingreso por completo, la habitación llena de juegos tirados, rotos, y....

Carajo, el muñeco de Iroman que tanto ama, está roto. 

Giro hacia la ventana, encontrándome a Daxen arrodillado en el suelo, mirando hacia la pared, en lo que su cuerpo hace espasmos.

—No, cielo, oye, alto—corro hacia él—, puedes lastimarte—me agacho abriendo sus manos, entonces noto como la marca de uñas quedó en la palma de sus manos—. No vuelvas a hacerlo.

Llevo mi mano hacia su mentón y lo levanto para que me mire, entonces, me encuentro con esos ojos llorosos y rojos. Sus mejillas húmedas de tanto llorar, puedo jurar que ni Ángel ha llorado de aquella manera. 

—¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

Él solo niega repetitivamente, no va a contarme. 

—Ven, vamos a lavarte la cara, ¿sí?

—¿Es porque me veo feo llorando?

—En lo absoluto—frunzo el ceño—, es porque debemos calmarnos y así hacer todo con calma. Anda.

Lo llevo a su baño para que se recomponga y espero que salga.

—Listo—avisa.

—Vamos a ordenar los juguetes, ¿te parece?

Toma mi mano y volvemos a su cuarto. Comenzamos a acomodar todo hasta que solo queda Iroman. Veo como va a quebrarse nuevamente, así que se lo quito. 

—Me lo llevaré.

—¡No! Yo lo quiero, e-es muy importante para m-mí.

—Lo sé, por eso lo hago, lo arreglaré.

Sus orbes marrones se iluminan ante mis palabras y me abraza.

No me gusta que los niños me abracen.

<<Admítelo, esta es la excepción>>

—Mi mamá me lastimó—susurra.

Fue tan bajito, pero lo escuché a la perfección. Me separo de él y me pongo a su misma altura.

Hazal ✅ (# 1)Where stories live. Discover now