Hazal
—Auch.
—Lo siento, cariño, pero hay que desinfectarlo—digo volviendo a poner el algodón en la herida.
Siento los ojos de Serkan en mi espalda. Le conté la situación, mas jamás que ví a Santiago.
Al acabar con el trabajo, veo sus mejillas húmedas por las lágrimas.
—Eres muy fuerte.
De pronto, me olvido que somos tres en la habitación.
—Eres un guerrero, y eres una hermosa persona—beso su mejilla.
Él comienza a reír en lo que le empiezo a hacerle cosquillas.
—Te quiero—otro beso en la frente.
—Yo también te quiero.
—¿Mucho?
—Mucho.
—Hasta el infinito. Ida y vuelta ...
—Y a paso tortuga—completa por mí.
—Así es, príncipe.
Lo abrazo y él hace lo mismo. Nos quedamos en silencio por unos segundos antes de separarme de él.
—¡¿Quién está listo para pasar las mejores vacaciones de invierno del planeta tierra?!—se queda mirándome reteniendo la risa. Me acerco a su oído —. Este es el momento dónde tienes que decir ¡Yo!—susurro.
—¡Yo!—chilla aturdiéndome.
—¿Sabes? Me gustaría conservar mis oídos.
Mis ojos viajan del niño que baja de la silla para salir al patio, a su padre. El moja bragas que estuvo en silencio todo este tiempo.
Llego hasta él. Me toma de mi cintura hasta que nuestros cuerpos se juntan.
Me besa, sí, suave, pero lo suficientemente sexi para que mi cuerpo reaccione y pida más.
—¿Qué somos?—pregunto separándome de él—Porque quiero ser algo más que solo sexo. Pero si esto no es recíproco, mejor dejarla aquí. No sé si es exigencia o no, pero quiero saber en qué punto estamos de esto. Si vamos por el mismo camino o pensamos diferentes cosas. Porque soy más que un cuerpo. Tengo sentimientos, y si quieres quedarte con esto y ya, solo dímelo, no me gusta hacerme falsas ilusiones.
En algún momento cerré mis ojos. Al abrirlos, me encuentro con una amplia sonrisa de su parte y sus orbes fijos en los míos.
—¿Pareja?
—¿Quieres serlo?—pregunto dudosa y con miedo.
—Vamos en la misma dirección, Hazal. Y permíteme decirte que una mujer, o una persona en general, es más que un cuerpo bonito. También tengo sentimientos y puede que un poco de celos, ya que no veo compartiendo mi vida con nadie más y me jodería que tú lo hagas. Te alejes y nos dañes. O a mis hijos más que nada.
—¿No te suena una conversación que ya pasamos?
—Similar, sí, lo recuerdo.
—¿Vamos por lo mismo?
—Sí—y me besa —. Pero teniendo en cuenta que Aiden duerme, Daxen juega en el patio, y mi erección está molestándome como no tienes idea, tienes que hacer algo para saciarlo.
—Ducha fría, campeón —palmeo su pecho dos veces y me separo con intención de pasar por su costado.
—Alto ahí—me frena de mi brazo —. No quiero una ducha.
—¿Qué quieres entonces?
—¿Vas a hacer que te lo diga?
—Eso parece.
Me alza en menos de lo que pueda procesar y vuelve a besarme, ahora más desesperado.
Comienza a subir las escaleras conmigo en brazos. Entramos a su habitación y ni siquiera llegamos a la cama, que me tira en el gran sofá que tiene junto a la puerta del lado derecho.
Bajo sus pantalones y sus boxers. Y la imagen que llevo es la de su enorme erección. Antes de que pueda procesar mis palabras, suelto:
—Madre mía—siento mis ojos que se abren de par en par.
Él me quita toda aquella tela que podría llegar a molestarnos en el proceso. Busca un condón y, antes de que su miembro se adentrara en mí, le da paso a sus dedos.
Estoy húmeda, soy plenamente consciente de ello. Así que la saca, suplantandola por aquel órgano genital que me lleva a otra parte.
Arremete contra mí, y las palabras que se mezclan con jadeos, son las que me hacen correrme con sencillez.
<<No me jodas, se suponen que con las mujeres es más difícil>>
No lo dudo, pero si el tamaño es como Serkan lo tiene, las embestidas y ya la persona con la que lo haces, significa algo en tu vida y no solo sexo, al menos en mi caso, cuando es la persona correcta, llego rápido. Y más si es bueno.
Luego de mucho, siento que lo hacemos por gusto y no porque no sabemos de qué otra manera descargarnos. La otra vez fue por qué lo necesitábamos, y nos gustó. Pero hoy, hoy es porque lo queremos.
