Capítulo 19

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Hazal

Luego de lavarme los dientes con un enjuague bucal, voy con Serkan que me esperaba en su habitación, sentado en la cama.

Con los nervios a flor de piel, comienzo a contarle toda la historia. Intento, por más doloroso que sea, no olvidarme un solo detalle. Tanto con Santiago, como con mis padres.

Cada golpe.

Cada palabra.

No todo fue malo, tuvo sus momentos buenos, estoy segura, pero....en mi mente solo están los peores. Quizá soy mala y desagradecida por ser mala hija, no cumplir sus expectativas, pero ellos no son los mejores padres tampoco.

Y luego, aquella noche. Dónde me usó, jugó conmigo, dónde yo, para ese entonces, sabía que no me amaba, ni llegaba a quererme.

—Me echaron del trabajo al tratarme de puta. No le vendría bien a la empresa tener alguien así. Me escapé de casa y llegué hasta aquí. Hace dos años vivo con Pia. Pero fueron años infernales, sé que ella no dijo nada, pero seguro también la pasó mal.

»No pude salir de casa por dos años. Para nada, tenía miedo de que me juzgaran. No podía tolerar salir a la calle y que me vieran con desagrado, lástima. Supe entonces que estaba mejor dentro de cuatro paredes sin interactuar con nadie más que mis dos amigos, y los que a veces traían la compra que pedía. Y eso que aquí nadie me conocía, ni sabía mi historia.  Cuando nació Angel, la casa se volvió patas arriba, y me ví obligada a salir a paserlo, pero solo daba la vuelta de la manzana, no más allá. Hasta que....un día de me ocurrió dejar eso de lado por una vez, e ir más allá de la acera. Me atreví a ir hasta la plazoleta y pues....ahí te conocí«

—Esa vez....—sopesa sus palabras —¿Fue la primera en dos años que saliste a la calle?

Asiento quitando mis lágrimas.

— Tenía....miedo.... tenía miedo de encontrarme con alguien del pasado, que me mire nuevamente de aquella forma y me juzgue, tenía miedo de que la gente me odie y....entonces, por una cosa y otra me metí de lleno en los libros y la escritura, ¿alguna vez escuchaste hablar del medio de escape? Lo descubrí cuando empecé con esto, y de allí, simplemente no pude parar.

Tal vez no soy sincera, total, que si él no pregunta, no....

—¿La cicatriz en tu clavícula la hizo él?—inquiere con más dureza en su voz de la que habría esperado.

—Calma—apoyo mis manos en su pecho y así tranquilizar su respiración que poco a poco se torna rápida.

—Contéstame, Hazal—demanda a regañadientes.

—Sabes la repuesta —acabo en su susurro.

—Dímela.

—Serkan...

Él se levanta y pega un grito que provoca darme un pequeño respingo.

—¡¿Ese hijo de puta tuvo la osadía de ponerte una mano encima?! ¡¿Y tú pretendes que me calme?!

—No solucionarás nada estando así—me pongo de pie y dejo mis manos en sus mejillas—. Ey...—susurro pero parece que es en vano, su mirada, él, se perdió en cualquier lado menos aquí. Entonces surge, ahí está porque¿Cuando no?—¿Te doy asco?

Puta inseguridad.

—¿Qué?—logro que vuelva en sí mirándome con confusión.

Mi vista se empaña ante las lágrimas retenidas.

—¿Si te da asco verme a la cara luego de esto? ¿Luego de saber que no lo detuve a tiempo? Creí que él había cambiado, se comportó re lindo conmigo cuando salí del hospital. Había puesto una barrera y.... todo se fue al demonio. Así que...si te doy asco solo dilo y acabemos con esto, porque te juro que para sufrir ya tengo los libros.

—Joder, claro que no—me estrecha a su cuerpo y yo inhalo aquel aroma tan único en él que me embriaga—. Por supuesto que no—separa mi cara para besarme—. Tú no eres la culpable en esto, ¿me oyes?—susurra contra mis labios.

—Pero el vídeo.

—Me importa una mierda ese puto vídeo y su contenido, lo borré, pero si es tan importante para ti, podemos recuperarlo y ya tú sabrás que hacer.

—¿Por qué eres así de egoísta?

—¿A qué te refieres?

—Tan irreal. ¿Cómo sé que no es un sueño? ¿Qué cuando despierte ya no estarás?

Sonríe de costado acariciando con su pulgar mis mejillas.

—Dicen que, en los sueños, uno no siente de verdad. Te propongo algo, esta noche me dejarás a mí hacer el trabajo y así, que no te quepa la menor duda que esto no es un sueño. Que te lo mereces —vuelve a besarme.

—¿Y cuando me tocará complacerte a ti?—cruzo mis manos detrás de su nuca.

—Con tu sola presencia ya lo haces, preciosa—surra y acto seguido ya tengo sus labios junto a los míos.

Fuimos un descontrol, la verdad. Jaladas de cabello. Besos desesperados y ansiosos. Gemidos.  Sus manos hicieron magia.

<<Admítelo>>

Cállate.

<<El hombre moja bragas ha mojado tus bragas>>

Fue único, raro y nuevo. Y me gustó. Me gustó que respetara mi pedido de no desvestirme la parte de abajo, me gustó cómo se refregaba contra mi cuerpo, como ambas caderas se movían en sintonía y llegó un punto dónde se quitó sus pantalones ante la molestia.

Se vino en mi mono blanco.

¿Aquello se puede sentir incluso con ropa puesta? si no se puede, pues lo he sentido y fue increíble. Porque no necesitábamos estar desnudos para haber disfrutado aquello, a tal punto que...

<<Dilo>>

No me avergüenza admitir, pero sí me avergüenza decir que.... a tal punto que me corrí varias veces, algo que no me había sucedido con mi única pareja.

<<Santiago>>

Deberíamos buscar un apodo, pero sí, con él jamás me había pasado, al menos no por placer.

Abro mis ojos, es de día. La luz del sol me despierta cuando se cuela por la ventana.

Soy consciente de mi mejilla apoyada en su torso descubierto, y como él rodea con su mano mi cintura. La parte de arriba de mi cuerpo está completamente desnuda. Levanto mi mirada encontrándome con un Serkan, con sus ojos cerrados, y su respiración calmada.

Es entonces, donde para mí, el mundo se detiene,  cuando abren la puerta sin haber golpeado antes.

Hazal ✅ (# 1)Where stories live. Discover now