Capítulo 15

1.9K 105 4
                                    

Hazal








—¡Por Dios! ¿Todo eso vas a comer?

Mis ojos están fijos en el plato frente a mí. Habíamos acabado la sesión de besos cuando él me invitó a cenar.

¡Uy ahora te haces la anoréxica! ¡Come y déjate de estupideces!

Trago grueso.

No comes nada.

—Deja de comer.

—¿Todo eso vas a comer?

—Al fin te alimentas.

—¿No es mucho?

—¿Hazal?

Miro la persona frente a mí. Su semblante fruncido ante la confusión. Lo entiendo, yo también me preocuparía si mirara fijamente el plato.

—La comida no es tu enemiga—suelta Lexie. Es la primera vez en todo el mes que llevo trabajando, dónde cruzamos palabra. 

—Lo sé, cielo—le sonrío.

Gorda.

Un rayo ilumina la noche y acto seguido un estruendo retumba la casa. La luz se corta y, creí que habría gritos, la típica de niños chillones, sin embargo, mantuvieron la calma, no puedo decir lo mismo de mí. 

Algo se cae, eso me sobresalta por la oscuridad, y caigo al suelo. Grito cubriendo mi cara pese a no ver nada.

Abro mis ojos. La fuente de vidrio rota. Millones de cristales a mi alrededor. Santiago diciéndome que no sirvo para nada. Le comenté a mamá, ella solo me dijo que en ningún momento me ha faltado al respeto, y es verdad, jamás me levantó la voz, pero sus insultos, eso me lo dice calmado. Me sonríe como si fuera tonta, y no lo soy.

Miro mi mano. Sangra. Me corté. 

La luz se corta, y...no veía nada. Estar con los ojos cerrados y abiertos era lo mismo. 

Alguien gritó, no sé si fui yo. No podía ver nada, y...al menos cuando desperté, estaba en mi cama, desnuda, abrazada a Santiago. Confundida, me remuevo para poder alejarme, pero él me aprieta más. 

—¿Qué pasó?—le pregunto cuando abre sus ojos.

—¿No lo recuerdas?

—Me golpeaste.

—Te caíste. El golpe te dejó inconsciente, pero no te preocupes, curé tu herida. ¿Recuerdas que rompiste una fuente?

Trago profundo.

—No me hagas quedar como el malo de la historia, sabes que no lo soy—se da vuelta y vuelve a dormir.

Yo me quedo con la sabana cubriendo mis pechos. Un sabor amargo en la boca. Y la desconfianza y temor que hoy logró que le tuviera.

Cierro mis ojos con fuerza dejando que las lagrimas salgan. Me levanto, descalza. Rengueo. Me duele mi entrepierna. 

Pero no estoy inventándolo, él me golpeó. Él realmente lo hizo. Y todo por esa discución que él toma de absurda, pero para mí no lo fue ni tantito.

Abro la regadera y paso la esponja por mi cuerpo, como si así pudiera eliminar lo sucia que me siento, como si con una lavada los recuerdos de ayer pudieran borrarse.

No lo harán. Me perseguirán hasta el día que me muera. 

Abro mis ojos.

La luz volvió. Estoy en el suelo, Serkan frente a mí. Estábamos solos en la cocina. Soy consciente de sus manos en mis mejillas, las tomo con desesperación a medida que sigo haciendo espasmos.

—Mírame, enfócate en mis ojos, no hay nadie más. Somos nosotros, ¿recuerdas?

Soy el primer hombre y el único que va a tocarte, mi amor, ¿realmente crees que alguien más se fijaría en ti?

Hipeo con más fuerza y él me impulsa su cuerpo. Arrugo su playera con mis puños a medida que mi llanto aumenta.

—¿Qué pasa?—pregunta acariciando con una mano mi espalda, y la otra mi cabello. 

—Es absurdo.

—Me expusiste, me dañaste. Eso es motivo de sobra para acabar con esta mierda.

—¡Estás sola! ¡Nadie va a creerte! ¡Estas marchita! ¡Rota y sucia! 

El estomago se me remueve.

—¿Qué tienes?—me separa de él y besa cada una de mis lagrimas.

Poco a poco voy calmándome hasta ya estar mejor. Separa sus labios de mi piel para mirarme.

—Estoy sola. Lo estoy de verdad, Serkan. Rota y completamente sucia.

Sus labios van directo a mi boca. La separo apenas dándole completo acceso. 

—No estas sola—dice entre besos—, estás conmigo, y no voy a dejarte, ¿me oyes? recuerda que no lo hice antes, menos ahora—se aleja sin separar su frente de la mía—. No sé quien demonios te hizo tanto daño, pero créeme que no te juzgaré. Yo no soy así.

—No me dejes—sollozo—, por favor, no dejes que me haga nada.

Vuelve a abrazarme, pero su cuerpo está tensionado. Veo que ya no es la preocupación lo que lo invade, sino la curiosidad y la ira. 

Nunca creí necesitar a alguien para lidiar con esto, pero..no lo sé, supongo que no soy fuerte después de todo, y por eso mostré mi lado vulnerable, aquel que acabo de exponer. Diciendo esto, decreto un riesgo a esta familia.

Felicidades buena para nada.

—Nadie va a ponerte un puto dedo encima si no quieres. 

Y me aferro a esas palabras. Me aferro como si pudiera cumplirlas, como si fueran de verdad, si de verdad aquello estuviera en sus manos. No es así, nadie puede frenarlo, solo la muerte, y parece estar alejado de él. 

Pero por el momento dejo que esas palabras me reconforten, mientras me refugio en este abrazo, mientras escucho mis sollozos, mientras siento sus caricias y el apoyo y consuelo que me da en silencio, se que, por ahora, todo va a estar bien.

No.

Estoy.

Sola.

























••••

¿Les gustó?



Hoy se me vino la inspiración, ¿se nota? No sé cuántos capítulos voy publicando en el día. Espero que les haya gustado

Hazal ✅ (# 1)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum