Hazal
—¿Qué haces?—se asoma mi amiga.
Grito cuando aprieto Enter, y salto cuando inspecciono nuevamente. No quiero estar soñando.
Y efectivamente, no lo estoy.
—¡Quinto capítulo publicado!—exclamo como si hubiera descubierto un nuevo continente.
Ella cubre sus oídos en lo que yo no dejo de dar vueltas como una niña alrededor de la mesa.
—¿Qué son esos ruidos?—aparece Jace.
—¡Subí el quinto capítulo después de un bloqueo escritor!
—¿Por qué habrá sido?
—Se estaba dando como cajón que no cierra con su jefe.
—Basta. Eso no es cierto.
—En la mesa.
—En la cama.
—En el sofá.
—Basta—insisto.
—¿Alguna nueva pose? ya ,sabes, así nosotros la implementamos.
—¡Jace!— le tiro un cojín escondiendo mi cara entre mis manos.
Ellos ríen y justo entonces, el parásito comienza a llorar.
—Piedra, papel, o tijera—dicen al mismo tiempo.
—¡Sí!—exclama contenta mi amiga—. Ve a atender a tu hijo.
—Lo que has hecho fue trampa.
—No seas mal perdedor y anda ya.
Jace sube las escaleras hasta la habitación del niño, y mi amiga vuelve a mirarme.
—Tengo una serie de preguntas para ti. Toma asiento.
—Estoy sentada, Pia.
—Pues te levantas y vuelves a sentar.
—¿Qué quieres?
—Saber como te fue con Iroman. El sexo duro que te dio tu jefe como para dejarte un chupón en el cuello.
No hace falta llevar mi mano hacia allí, sé que es cierto, intenté esconderlo con maquillaje esta mañana, pero...no pude del todo.
—Y el motivo por el que no has venido a dormir anoche.
—Pues con Iroman me fue bien.
—¿Pudiste hacerlo? ¿No te dio un ataque? ¿Te dio y por eso me llamaste? juro que no volverá a pasar, pero justo estaba en una reunión y...
—No me des explicaciones. Está bien, tengo que enfrentarlo sola.
—Pero no lo hiciste, ya que Serkan estuvo ahí, ¿no es cierto?
Asiento avergonzada, y culpable.
—Creí que podía hacerlo y al final, tuvieron que acompañarme.
—No me jodas, Hazal, ¿pero acaso no has visto tu progreso? Acompañada o no, lograste ir a un lugar cerrado, completo de gente. Tomaste un taxi tu sola.
Y no era Chandler.
—Entraste sola, y luego te acompañaron, pero...lo conseguiste, y eso es un gran logro. Estoy orgullosa de ti—me abraza—. No sabes cuan orgullosa estoy—su voz se quiebra.
—No llores que lloro.
—Te quiero mucho, lo sabes, ¿no?—se separa.
—Te has vuelto muy susceptible.
