Capítulo 35

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Hazal

—Mierda—protesto al ver mis bragas manchadas con un poco de sangre.

¿Cómo puede ser? Siempre fui irregular en la regla, pero...¿venirme antes de tiempo?

Por suerte Chanel tenía toallitas sanitarias que pude utilizar.

Luego de vestirme, bajo y voy directo a la cocina. Veo a Daxen jugando con su desayuno. Aiden en los brazos de su padre. Y Elvira cocinando.

—¿Ya estás listo?—acaricio su cabello. Él se da vuelta y asiente sin medir palabra.

—Criatura, no has comido nada—inquiere la mujer.

—No tengo hambre—responde el menor.

—No te preocupes. Lleva la lonchera con su comida, ¿cierto?

—No pude hacerla, yo....me olvidé —susurra de verdad apenado.

—La haremos nosotros. Descuida.

Daxen comienza a buscar lo necesario, en lo que saludo a Serkan y el menor de los hermanos.

Preparamos su comida y se despide de todos para ir a la escuela. En esta ocasión prefirió ir caminando conmigo, que en el autobús.

—De acuerdo, hasta aquí llego—aviso una vez frente al instituto.

—Gracias por acompañarme —dice cabizbajo.

Tal como acordamos ayer, deja un beso en mi mejilla y se encuentra con sus amigos, entrando juntos.

—¿Eres su tía?—pregunta una mujer a mi lado.

—No, es la mamá —corrije la niña junto a ella—. Lexie nos lo dijo.

Una punzada de dolor invade mi pecho. Siento náuseas, me falta el aire y siento que moriré ante aquellas palabras.

—¡Ya recuerdo! Hazal, ¿no es así?

<<¿Alguna vez la loca los trajo a la escuela?>>

—Lo soy, sí.

—Lamento mucho su pérdida.

—Sí, yo también. No es algo que le deseo a nadie.

Veo como me sonríe. Luego se despiden ambas y su hija desaparece entre la multitud de niños.

—Había conocido a su tía, Chanel, a tu esposo en el correspondiente caso.

<<Que bien suena>>

—Me alegro haberte conocido, transmites buena energía, llámame exagerada pero...de acordé a cómo son tus hijos, has hecho un excelente trabajo.

Hago el amague de una sonrisa y ella nota que acaba siendo forzado.

—No te obligues a sonreír cuando no tienes fuerzas, estás en tu derecho de encontrarte mal. No siempre tenemos que ser fuertes—y acabado eso, se va.

Doy media vuelta regresando a la casa con un nudo en la garganta.

Pero no retengo las lágrimas, así que camino mientras dejo que humedezcan mis mejillas.

Cuando llego, me encuentro a Chanel con Aiden en brazos.

—Hola.

—Que bueno que llegaste. Este niño tiene pulmones potentes. No ha dejado de llorar y ha rechazado todos los biberones, le cambié el pañal y...

—Gracias—extiendo mis manos para que me lo entregue.

Cuando lo tengo entre mis brazos, beso su frente y él recuesta su cabeza en mi hombro, algo que últimamente se le hace costumbre. A los tres hombres de esta casa, respirar en mi cuello cuando duermen, les encanta.

Hazal ✅ (# 1)Where stories live. Discover now