Kim JongIn

255 44 4
                                    


Ese capítulo va dedicado a ClauCastillo056 por ser la primera personita en comentar. Muchas gracias 🥹.

No va a deshacerse de mí tan fácilmente.
Es evidente que Do Kyungsoo no ha pasado mucho tiempo con deportistas universitarios. Somos un grupo cabezota y ¿qué es lo principal que todos tenemos en común? Que nunca, nunca nos rendimos.
Que Dios me ayude, pero voy a convencer a este chico para que me dé clases, aunque muera en el intento.
Aunque ahora que Kyungsoo me ha dejado plantado trayéndome a otra camarera, pasará un tiempo hasta que surja otra oportunidad para defender mi caso. Durante los siguientes veinte minutos, soporto el descarado flirteo y el interés no disimulado de la peliroja de pelo lacio que me está sirviendo; soy amable con ella, pero no le devuelvo el flirteo.
La única persona que me interesa esta noche es Kyungsoo y mi mirada se pega a el como una lapa mientras trabaja en el restaurante. Seguro que saldría corriendo de aquí en cuanto dejase de vigilarlo.
Su uniforme me pone bastante, para qué me voy a engañar. Pantalon azul camisa blanca  con grandes botones en la parte delantera y un delantal blanco corto alrededor de su cintura. Parece un atuendo sacado directamente de Grease, lo que supongo tiene sentido si tenemos en cuenta que Della es un restaurante tipo diner de los cincuenta. Me puedo imaginar fácilmente a Do Kyungsoo encajando en esa época. Su pelo oscuro y ligeramente ondulado.  El peinado le da un rollo antiguo.
Mientras lo veo trabajar, me pregunto cuál es su historia. Pregunté por ahí, a la gente del grupo de estudio, pero nadie sabe mucho de el. Un tipo me dijo que es de un pequeño pueblo del Medio Oeste. Alguien más dijo que estuvo saliendo con un tío de un grupo de música durante su segundo año de carrera. Aparte de esos dos raquíticos detalles, es un misterio.
—¿Puedo ofrecerte algo más? —me pregunta ansiosa mi camarera.
Me mira como si yo fuera una celebrity o algo así, pero estoy acostumbrado a la atención. Un hecho: cuando uno es el capitán del equipo de primera división de hockey, que ha ganado dos títulos nacionales consecutivos, la gente sabe quién eres. Y las mujeres quieren follar contigo.
—No, gracias. Solo la cuenta, por favor. 
—Oh. —Su decepción es inconfundible—. Claro. Ahora mismo te la traigo.
Antes de que se vaya, hago una pregunta con tono directo y seco.
—¿Sabes cuándo acaba el turno de Kyungsoo?
Su expresión de decepción se transforma en incredulidad.
—¿Por?
—Está en una de mis clases. Quiero hablar con el sobre un trabajo.
El rostro de la peliroja se relaja, pero un destello de sospecha persiste en sus ojos.
—Ya ha acabado, pero no se puede ir hasta que su mesa lo haga.
Echo un vistazo a la única otra mesa ocupada en el comedor, donde una pareja de mediana edad está sentada. El hombre acaba de sacar su cartera, mientras que su mujer echa un vistazo a la cuenta desde sus gafas de pasta.
Pago mi comida, le digo adiós a mi camarera y salgo fuera a esperar a Kyungsoo. Cinco minutos más tarde, la pareja mayor sale alegremente del restaurante. Un minuto después, aparece Kyungsoo. Si me ha visto
merodeando junto a la puerta, lo disimula muy bien. Simplemente se abotona el abrigo y se dirige hacia el lateral del edificio.
No pierdo el tiempo y salgo corriendo tras el.
—Do, espera.
Mira por encima del hombro, frunciendo el ceño profundamente.
—Por el amor de Dios, no voy a darte clases particulares.
—Claro que lo harás. —Me encojo de hombros—. Solo tengo que averiguar qué quieres a cambio.
Kyungsoo se gira a toda velocidad como un tornado de pelo oscuro.
—Quiero no darte clase. ESO es lo que quiero.
—Muy bien, es evidente que el dinero no te interesa —cavilo como si el no hubiese hablado—. Entonces tiene que haber algo más. —
Reflexiono sobre ello un instante—. ¿Alcohol? ¿Hierba?
—No y no, y desaparece ya de mi vida.
Comienza a caminar de nuevo, sus tenis blancos golpean la acera mientras se marcha hacia el parking de grava que hay en el lateral del restaurante. Va en línea recta hacia el Toyota de cinco puertas plateado aparcado justo al lado de mi Jeep.
—Vale, de acuerdo. Supongo que tampoco te van las demás drogas.
Lo sigo hasta el lado del conductor, pero me ignora por completo mientras abre la puerta y deja caer su bolso en el asiento del copiloto —¿Qué tal una cita? —le ofrezco.
Eso sí que le llama la atención. Se endereza como si alguien la hubiera metido una varilla metálica por la espalda y a continuación gira su cabeza con asombro.
—¿Qué?
—Ah. Tengo tu atención.
—No, tienes mi repulsa. ¿De verdad crees que quiero salir contigo?
—Todo el mundo quiere salir conmigo.
Se echa a reír.
Tal vez debería sentirme ofendido por su reacción, pero me gusta el sonido de su risa. Es como musical, con un tono ronco que cosquillea mis oídos.
—Solo por curiosidad —dice el—, cuando te despiertas por la mañana, ¿te admiras frente al espejo durante una hora o durante dos?
—Dos —le contesto con alegría.
—¿Y chocas los cinco contigo mismo?
—Por supuesto que no. —Sonrío—. Me beso cada uno de mis bíceps y luego apunto hacia el techo y le doy las gracias al gran hombre de allí arriba por crear un espécimen masculino tan perfecto.
Resopla.
—Vaya…. Bueno, siento desilusionarte, Míster Perfecto, pero no estoy interesado en salir contigo.
—Creo que me estás malentendiendo, Do. No estoy buscando una relación amorosa contigo. Sé que no te molo. Y si te hace sentir mejor, tú a mí tampoco me molas.
—Pues sí que me hace sentir mejor. Estaba empezando a preocuparme que podría ser tu tipo y eso es algo demasiado aterrador; incluso para pensar en ello.
Cuando intenta meterse en el coche, hundo mis dedos en el marco de la puerta para mantenerla abierta.
—Estoy hablando de imagen —aclaro.
—Imagen —repite.
—Sí. No serías el primer chico que sale conmigo para aumentar su popularidad. Pasa todo el tiempo.
Kyungsoo se ríe de nuevo.
—Estoy perfectamente contento con mi peldaño actual en la escala social, pero muchas gracias por ofrecerte a «aumentar mi popularidad».
Eres un cielo, Kim. De verdad.
La frustración revuelve mi garganta.
—¿Qué puede hacerte cambiar de opinión?
—Nada. Estás perdiendo el tiempo. —Niega con la cabeza, parece tan frustrado como yo—. Mira, si invirtieses todo el esfuerzo que estás utilizando en acosarme y lo canalizaras en tus estudios, sacarías matrícula de honor este semestre.
Me empuja la mano apartándola del coche, se desliza en el asiento del conductor y cierra la puerta. Un segundo después, el motor ruge y estoy bastante seguro de que si no hubiera retrocedido a tiempo, habría ido derecha hacia mi pie para atropellarlo.
Me pregunto si Do Kyungsoo era un deportista en otra vida porque, ¡qué hombre tan terco!
Suspirando me quedo mirando el parpadeo de las luces traseras rojas e intento pensar en mi próximo movimiento.
No me viene absolutamente nada a la cabeza.

Enamorarse no es opción (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora